Capítulo 1

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A veces me pregunto ¿Cómo es posible tener tantos sueños en una noche, estar consciente en ese instante y al despertar no recordar nada? Muchas veces he soñado un mundo completamente distinto al que he conocido hasta ahora.

Últimamente he soñado con una casa vieja, me encuentro en un balcón mirando hacia la calle y veo un boulevard donde pasan demasiadas carretas y carrozas tiradas por caballos, carrozas elegantes y hombres con trajes de gala, algunos acompañados de mujeres con largos y lujosos vestidos de colores vistosos. La noche ha caído y todo esta muy obscuro, sólo se puede ver una ligera luz saliente de farolas en la calle, giro la mirada hacia la derecha y me topo con un espejo que, al verme reflejada, desconozco a la persona que está ahí, soy yo pero a la vez no lo soy. Visto con uno de esos extraños vestidos lujosos que todas las mujeres que vi tenían, era color rojo vivo como la sangre fresca, mi cabello está recogido (cosa inusual en mi), y al momento de tocar mi rostro un hombre aparece detrás de mí acariciando mi hombro y dándome un ligero beso en la mejilla, intento ver su rostro pero solo hay una densa nube negra impidiéndome verlo. Es entonces donde despierto y no puedo recordar nada más que eso, pero la sensación de su mano acariciando mi hombro desnudo sigue ahí presente como si hubiese sido real, mi respiración está agitada y mi corazón palpita demasiado fuerte que puedo sentir como se sale de mi pecho. 

Me levanto de la cama miro la hora y son las 3:00 am en punto, cubro mi cara con mis manos y siento su frialdad penetrar en mi rostro, me quedo mirando hacia la nada pensando en el por qué de esos sueños tan extraños, hasta que un mechón de mi cabello cae sobre mi nariz y me saca de mi nube de pensamientos me levanto y voy directo a la cocina a prepararme un café mientras susurro para mis adentros...

-Demonios Isabella... ¿Qué pasa contigo?

• • • 

Voy caminando cerca de un parque en el centro como siempre con un café en la mano, atareada por tanto bullicio y decidida a irme a casa a descansar un poco, me encuentro con un anciano pidiendo algo que comer o unas monedas a las personas que pasan cerca suyo, sus facciones me dan curiosidad demuestran cansancio y tristeza, me quedo observándolo con escrutinio durante un buen rato imaginando qué le habrá sucedido para terminar de este modo, tal vez sus hijos lo hayan abandonado tras quitarle sus pertenencias, tal vez sea solo una víctima más de las injusticias de la vida y nació en estas condiciones, tal vez se llame Leonard, dejo de pensar tanto y le doy mi café a Leonard (he decidido que así se llamará ahora), Leonard lo recibe con una gran y linda sonrisa, sus manos temblorosas cogen el caliente envase casi lleno y lo dirigen inmediatamente a sus labios, yo sólo sonrío y dejo un par de billetes en su regazo.

- Es usted muy amable señorita- dice Leonard sonriendo mientras me regala una flor blanca de papel que saca del bolsillo de su ya muy desgastado jersey.

- Es hermosa muchas gracias, la guardaré por siempre- me despido de Leonard quien feliz me devuelve el gesto.

Sigo caminando mirando el cielo pensando en todo y nada a la vez hasta que al dar vuelta en la siguiente esquina  encontré a mi lado un callejón algo peculiar, estaba hecho de ladrillo color rojo, y se podía distinguir un sencillo suelo hecho de piedras de río tan brillantes que juraría que en realidad son caracolas, sin pensarlo dos veces me adentro en este callejón abordada por la curiosidad. Escuché un crujido detrás de mí pero decidí hacer caso omiso de ello y seguir caminando por este sendero pero al levantar un poco más la vista entrecierro los ojos debido a la deslumbrante luz que ataca a mi vista, la luz es demasiada cosa que hace que mis ojos tarden unos largos segundos en adaptarse a ella, al parecer el camino conducía a una serie de árboles anaranjados, que no deberían de sorprenderme ya que estoy en plena época otoñal este año, tanta es mi curiosidad que minuciosamente observo cada hoja caer a mis pies olvidándome por completo de que tenia que llegar a casa, cada color, el contraste de la luz con la textura de las mismas, es hermoso y relajante a los ojos. 

Aquí me encuentro yo, parada en medio de un enorme campo tapizado de color naranja, mirando hacia mi alrededor como niña pequeña en un parque de diversiones, embelesada por la belleza de tantos colores y texturas cierro los ojos y aspiro el embriagante olor a césped recién cortado, la ligera brisa que hay a mi alrededor se topa con mi rostro haciéndome sentir libre, ahora me siento en paz, estoy feliz y emocionada a la vez es como si todas mis preocupaciones se fueran al vacío...

Libertad, libertad, libertad, dejo caer mi bolso al suelo, me quito la chaqueta y corro hacia todos lados pateando las hojas como cuando era niña y en casa de mis abuelos jugaba con el césped, tomo mi cámara fotográfica y capturo cada imagen que contemplan mis ojos, tomo la fotografía de una hoja en plena caída libre, se pueden apreciar las gotas de rocío sobre ella que reflejan la luz del lugar... Continúo capturando todo en imágenes hasta que... Hasta que en medio de mi euforia me topo con alguien que al parecer estaba leyendo cómodamente sobre las ramas de lo que parecía ser un roble. 

- La locura es un placer que solo los locos conocen, ¿Que hace una joven desalineada como usted tan lejos de la sociedad? - dijo él sin quitar la mirada del libro que tenía en las manos. (Y si, es un "Él").

- Así que... Usted, conoce a Jhon Dryden - Respondí con claro ímpetu en cada palabra que logré sacar de mi asombrada boca - Desalineada seré yo, pero usted es un aparente acosador montado en un roble - Aún sin separar la mirada de su tal vez "muy interesante libro" ese intrigante joven solo se limitó a esbozar una pequeña sonrisa socarrona, que me había molestado bastante pero me esforcé en no mostrar ninguna emoción en mi rostro, al cambiar de página dijo:

 - No la estoy acosando, aunque usted aún no ha respondido a mi interrogante - 

- Si usted no se digna a mostrarme su rostro y mirarme a los ojos, supongo que no le daré ninguna explicación- dije con determinación. Mirando hacia arriba me quedé observándolo unos segundos que en lo personal, me están pareciendo eternos.

 - Bien - dijo él entre un largo y agotador suspiro con tono de aburrimiento. Bajó del árbol de un salto sin separar el libro de su mano , era mucho más alto que yo, tenía el cabello un poco largo, sus ojos eran enormes y tenían un color muy raro no sabría identificarlo era igual que las arenas en la playa, o el embriagante color amarillento de un amanecer, yo permanecía inmóvil ~Idiota di algo~ en verdad deseo que la tierra me trague en este instante... 

- ¿Y bien?, ya estoy abajo, ahora usted responderá a mi pregunta ¿Qué-Hace-Aquí? - Fingí no estar sorprendida y trato de ocultar mi notable nerviosismo de tal modo que él no pudiera leer mis emociones.

- Encontré un curioso sendero de piedra allá afuera mientras tomaba el camino a casa, lo seguí por simple curiosidad ¿Tiene algún problema... Señor? - Dije al fin sin dejar de mirarlo. Continué mirándolo fijamente tratando de evadir la intimidación que me provocaba, es casi imposible este joven parece que tiene luceros en sus ojos, los miro con escrutinio como si pudiera entrar en ellos, es un color hermoso... pero él, es como si leyera mi mente con tan solo mirarme, su rostro permanece neutral, sentí como mis mejillas empezaban a sonrojarse rápidamente al darme cuenta que me he acercado demasiado a él, por lo que es mejor que baje la cabeza y mirar hacia la nada. ~Joder, parezco débil e indefensa~.

 - No, no tengo ningún problema personalmente, aunque debería ser más prudente señorita, y no entrometerse en propiedades privadas, además, no me llame "señor" aun no me considero un anciano - dijo él con un ligero tono de humor aunque mas bien me sonó a burla. Sin levantar la mirada solo me limité a decir... 

- Lamento haberlo molestado, y con su permiso me voy con toda mi.... Imprudencia, a otra parte- 

Solo pude sentir su mirada sobre mi, tan pesada que hasta siento dolor en mi espalda, así que salí corriendo de allí directo a la salida, una vez alejada de aquel lugar caminé tranquilamente mirando el suelo y mis pies en movimiento continuo, no tengo idea de como por qué hice tal acción, fue vergonzoso... 

Salir corriendo.... 

Que estúpido....

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¿A dónde fue el amor?Where stories live. Discover now