...

5.9K 304 54
                                    

Todo fue tan lindo.

No fue mi intención, nunca pude relacionar que lo que sentía se debía a un amor fuera de lo fraternal, soy bastante distraída cuando se refiere a mi, pero no me arrepiento de nada, cada momento que compartimos es parte de los momentos más felices hasta ahora.

Tenía doce años, solo quería ver mis series preferidas, leer libros de mi interés y tal vez encontrar el amor en algún chico de la secundaria, siempre soñé con un cuento de hadas. No me di cuenta de lo que sentía por ti, porque no sabía que buscaba a la princesa del cuento, toda mi vida me han convencido que debo de encontrar a un principe encantador, pero mi mente y mi cuerpo fueron tras de ti, mi yo interno gritaba tu nombre.

Nos hicimos tan cercanas, al punto de que sabíamos a la perfección todo de la otra, nuestros movimientos, nuestros pensamientos y nuestras palabras llegaban a ser exactamente los mismo, una sincronización involuntaria. Es lindo pensar que la convivencia y el cariño que compartimos se reflejaban en cosas tan simples.

Siempre sentí que lo sabía, te pensaba a diario. Tu sonrisa, tu tacto, tus lindas expresiones, tus abrazos, tus palabras, todo. Es bastante normal pensar que tu mejor amigas es linda, que es talentosa, que es inteligente y que es de suma importancia, pero después de tanto tiempo de convivencia y darle tantas vueltas a lo mismo, me di cuenta que no eres linda; para mí, eres la chica más preciosa que he conocido, que solo yo podía notar y darte ánimos para explotar tu talento y tu inteligencia, que le estaba dando demasiada atención a detalles que parecen insignificantes para darte todo lo que tu quisieras, todo lo que tu mereces.

Tu misma me has dicho, que la gente te ha clasificado como alguien que es frío, que no eres buena con las palabras, y llegas a ser muy poco cariñosa. Nunca lo creí, por más que te lo dijera. Porque tus manos y tus brazos se sentían tan cálidos, porque decías exactamente lo que quería escuchar sin dar muchos rodeos, y porque me dejaste darte caricias, besos, abrazos y permitías que dijera mediante palabras lo que pensaba/sentía hacia ti, podía contradecir las expectativas de otros, porque me regalaste la gran dicha y privilegio de ver un lado de ti que no siempre muestras a otros.

Tú tan cerrada, y tan seria. Yo tan abierta y ruidosa. Tú tan directa y de poco cariño. Yo tan confusa y de numerosas muestras de aprecio.

Eramos tan distintas, tu siempre eliges el color negro y yo siempre escojo el blanco. Tu color favorito es el rojo. El mío es el azul.

Parecía que estábamos hechas una para la otra. La gente tenía envidia de nuestra amistad, de nuestra confianza, de que podía tomar tu mano cuando me apetecía, de que tomarás mi celular y pudieras desbloquear el código sin problema, de que teníamos una burbuja que se creaba automáticamente.

Pero no todo siempre es tan perfecto.

                                ...

Nuestro último año. ¿Tú? Perfecta cómo siempre, ¿yo? Pensando en que tu pequeño hoyuelo, cada uno de tus lunares y cada una de tus facciones debían ser ilegales.

Ya estábamos entre los catorce y quince años. Es normal tener una pareja, ¿no es así? — Claro que sí — Es normal conocer más gente, crecer el círculo social.

Pero yo sabía que él no era para ti, — porque él no iba a darte lo que yo te daba— no me daba buena espina — tal vez hablaban los celos — pero igual reflejaba alegría al saber que por fin te decidiste por darle una oportunidad al amor. Nos reímos tanto ese día, pero no estaba segura si mi risa era porque hacía que tu carita se pusiera roja por la mención de tu nueva pareja, y mis burlas — o estaba riendo de los nervios por lo que podría suceder —.

Lo siento. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora