Capítulo Cuarenta y Cinco (Penúltimo)

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Capítulo cuarenta y cinco. (Penúltimo).

—Por favor no —pido con voz rota.

Me rompe el corazón la simple idea de que Eva sepa lo que hice.

—Si te doblegas y cedes, no le diré —Me dice.

—Elanese no se doblega ante nadie —habla Eva con voz temblorosa, pero sin perder ese toque de autoridad que siempre ha poseído—. Puedes decirme lo que quieras, mi hermana no va a ceder.

Volteo a verla y ella niega con la cabeza diciéndome que no lo haré. No quiero hacerlo, no voy a hacerlo. Así que mientras mi labio interior tiembla, alzo la barbilla preparándome para que Eva sepa la verdad. Tengo derecho a contar mi historia.

—Hace unos años —hablo viendo al frente—, unos pocos meses antes de cumplir diecinueve años, Arthur estuvo muy mal. Tú y papá trabajaban el doble, pero aun así no alcanzaba para cubrir los gastos. La desesperación era amarga y yo quería ayudar.

»Así que en la universidad, acudí a Kora y le dije que me dejara trabajar con ella. Al principio eran entregas a algunas personas.

— ¿Entregas de qué? —Exige saber Eva, no la miro.

—No lo sé, aunque yo sospechaba —susurro.

—Así fue como conocí a tu preciosa hermana, Eva —Me interrumpe Barak—. Un día acompañó a Kora a una entrega y apenas la vi, supe que la quería. Obtengo todo lo que quiero y esa no fue la excepción.

El agarre de Eva en mi mano se afloja y yo sostengo con fuerzas negándome a que me deje ir. Volteo a verla y tiene la vista clavada en la mesa.

—Quería ayudar a Arthur, quería ayudar —comienzo desesperada—, cuando llegué para hacerlo, yo me arrepentí. Ya no quería.

— ¿Te violó? —Me pregunta con dolor derramando lágrimas.

—Lo hizo porque quería.

No quería. Quise retractarme y me coaccionó, quería que se detuviera. Susurre varias veces que no y luego sentí que me bloqueé —susurro—. Sentía que no era mi cuerpo y solo temblaba. No quería seguir, pero...

—Pero no me detuvo.

Porque no sabía cómo. Estaba asustada, confundida, adolorida y en pánico. Me sentía ajena a mi cuerpo, a mi piel y sentía tanto frío.

—La violaste. Cualquier hombre puede notar cuando una mujer no es receptiva al sexo —Gruñe Eva y no sé cómo lo hace, pero se pone de pie y arrastra la silla, se inclina y le da una bofetada a Barak con la mano que no tiene esposada—. ¿Cómo te atreves a hacerle daño a mi hermana? Sucio violador.

—Siéntate —Le ordena Barak, pero Eva busca de atacarlo de nuevo y veo que el golpe hacia mi hermana va a venir, así que la tomo y la obligo a retroceder mientras le grita insultos.

—Oh, Dios mío. Ela, lo siento, nena lo siento tanto —repite llorando.

—No lo sientas tanto, ese dinero salvó al niñito enfermo de tu familia. De nada.

Eva se queda helada y palidece. Mientras me ve a los ojos puedo verla asociar todo. El dinero anónimo del que siempre sospechó, pero que de igual manera usaron, mi comportamiento retraído durante meses. Todo.

—Tomaste el dinero —susurra como si no pudiera concebir tal cosa—. Lo tomaste.

—Él lo necesitaba, no podía...

La D no es por Dexter (BG.5 libro #4)Where stories live. Discover now