Parte 7 - CUENTO CELINA Y LAS HORMIGUITAS

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Celina era una niña traviesa que juguetear le gustaba en el jardín de su casa

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Celina era una niña traviesa que juguetear le gustaba en el jardín de su casa. Una tarde al regreso del jardín, Celina sus zapatos se quitó y decidió en el suelo acostarse debajo de la gran ventana cerca de la puerta lateral desde donde el jardín se apreciaba. Así sentía menos el calor de esa hora, eran las tres de la tarde. Celina siempre curiosa, una hilera de hormiguitas había descubierto. Algo llamó su atención, era de aquellas hormiguitas su característica, parecían todas gemelas ya que eran iguales en tamaño y color, formaban un hilo largo que por la orilla de la pared se desplazaba hasta llegar debajo de la puerta, siguiendo un trayecto que en algún lugar se perdía. Esto no detendría a Celina, porque saber ella quería. Razón por la cual, se quedó inmóvil contemplando el vaivén de las hormiguitas.

Ella estaba persuadida que lo investigaría, y como cosa suya, de vez en cuando le cortaba el paso a las hormiguitas, una y otra vez, pero éstas siempre volvían al rumbo que tenían marcado, después que Celina dejaba de molestarlas, nada impedía que...

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Ella estaba persuadida que lo investigaría, y como cosa suya, de vez en cuando le cortaba el paso a las hormiguitas, una y otra vez, pero éstas siempre volvían al rumbo que tenían marcado, después que Celina dejaba de molestarlas, nada impedía que ellas siguieran adelante realizando lo que hacían. Sin embargo, Celina no le quitaba la mirada de encima a la fila de hormiguitas.  A Celina le agradaba observar esta pequeñeces.

Celina en su infantil mundo, una conclusión sacó, a ella le parecía que las hormiguitas eran muy educadas porque siempre parecían saludarse cuando unas iban y otras venían. La persistencia de Celina fue compensada al descubrir una hendidura debajo del marco de la puerta. Sus ojos verdes brillaron, era de pura complacencia, a pesar de eso, algo le impedía seguir el recorrido de las hormiguitas, era el insoportable calor que por la hora hacia afuera.

 Sus ojos verdes brillaron, era de pura complacencia, a pesar de eso, algo le impedía seguir el recorrido de las hormiguitas, era el insoportable calor que por la hora hacia afuera

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