Prólogo

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Eones atrás cuando la tierra estaba en plena formación existían seres más allá del poder conocido, estos eran llamados deidades. Protegían y resguardaban todo ser bajo su poder.

Se podían distinguir seis de estos seres, cada uno con poderes más grandes que el anterior.

El dios humano era el primero en manifestarse siendo siempre humilde y con una capacidad de entender a lo seres mortales que resultaba desconcertante para muchos, así como su hermana, La diosa ángel, quien estaba llena de gracia y belleza. Ella iluminaba todo rincón oscuro que pudiera existir con su divina existencia.

Por otro lado, estaba El dios vampiro, alguien sanguinario, perspicaz y ambicioso, el ente que fue elegido para velar la noche oscura. Luego, siempre aparecería como un rayo de luz El dios minotauro, un fuerte y hábil estratega, preparado para cualquier batalla y siempre dispuesto a pelear por sus hermanos; determinación que era compartida hasta cierto punto con El dios oni, que, a pesar de ser severo y malicioso, si algo malo le llegara ocurriera a alguno de los suyos su ira sería infernal, por decir lo menos.

Cerrando esta peculiar estirpe de dioses, estaba El dios hombre lobo, un dios inteligente y bondadoso, capaz de otorgar tranquilidad a cualquier espíritu con su mera presencia. Todos y cada uno de ellos eran la vida de aquella existencia que funcionaba bajo el poder del legendario y supremo dios de dioses, la máxima autoridad en el universo, del cual solo los kamis tenían el privilegio de saber su nombre.

Ellos reinaban un gran país conocido como EIEN y en el existían criaturas de toda clase, especie y tamaño...

Por muchos siglos todo estuvo cubierto por una gran armonía sin precedentes, pero lamentablemente una sombra oscura lentamente se apoderó de esa calma...

El dios humano con los años, fue adquiriendo un odio inimaginable contra todos los súbditos del reino al igual que una gran envidia hacia las demás deidades, por lo que en un acto vengativo y ruin mandó a uno de sus sirvientes humanos a que atacara a la hermosa diosa ángel... Sin embargo, nunca pudo haber predicho lo que ocurriría después y de ser así... es difícil saber si de todas formas se hubiera rendido ante la oscuridad.

Al momento en que la deidad de luz salió en una supuesta misión de "rescate", el mortal atacó. Sin embargo, justo antes de que algo fatídico ocurriera, apareció el dios minotauro que por obras del destino pudo detener el atentado, hiriendo al hombre de una manera mortal.

Este, con su último aliento, reveló las oscuras intenciones de su señor provocando que los dioses se horrorizaron al escucharlo, por lo que acabaron rápidamente con su vida siendo hasta cierto punto clementes.

No tardó mucho tiempo para que se corriera la voz acerca de lo ocurrido y así, inevitablemente, el pueblo de EIEN se alzó en dos bandos: uno apoyando los actos del dios humano y dispuesto también a acabar con el reinado de las deidades, y el otro formado por aquellos que estaban conscientes de la paz que existía gracias a estos, dispuestos a defender el seno de su tierra...

Nadie hizo nada para evitar que la catástrofe se desatara por lo que, sin más, explotó la fatídica guerra...

Dicha batalla llegó a tal punto en que los propios dioses se involucraron en la masacre. Luego de catastróficos días, el dios de dioses harto de semejante matanza apareció en el campo de batalla, demostrando lo decepcionado e insatisfecho que se encontraba y como castigo por los actos cometidos, extinguió la vida de todo mortal que hubiese o no participado en la guerra, de la misma forma en que mató al dios humano ya que su corazón había dejado de ser puro hace mucho tiempo... El dios de dioses junto con las otras deidades vio la posibilidad de que algo como esto pudiera volver a ocurrir, así que dividió a EIEN en 6 reinos destinando cada uno a una raza en especial.

Al terminar con esta labor todos los dioses volvieron a crear dos seres por cada especie para que se volviera a poblar la tierra y una vez cumplida esta misión el dios de dioses confino a los kamis y a sí mismo a una isla donde deberían pasar el resto de la eternidad...

Tuvieron que pasar 10.000 años antes de que se eligiera un nuevo dios humano, con la excepción de que esta vez, era diosa.

Todos y cada uno de los reinos renacieron prósperos y llenos de vida, sin ninguna limitación o rastro de crueldad.

Así mismo, y ante el futuro próspero, las deidades eligieron a 6 mortales, uno de cada raza y los nombraron como reyes y reinas. Mensajeros quienes darían a conocer sus órdenes y existencia.

Es casi incalculable los siglos que transcurrieron para que todo volviera a su cauce. Cada reino se mantenía en armonía con los otros y cada ser trataba a las otras especies sin mayor inconveniente... aunque claro, siempre hay uno que otro que esta desconforme con el sistema, pero nada que no se pudiera controlar.

La gran nación conocida como EIEN había desaparecido casi por completo, siendo recordada solo por aquellos que conocían la verdad que a pesar de buscar ser eliminada había llegado al conocimiento de unas cuantas personas con el fin de que tan fatídico acontecer, nunca volviera a ocurrir. Pero, dicho pasado dio inevitablemente vida a los seis reinos hoy conocidos como * Jigoku, la tierra de los onis, los espectros enviados y sirvientes del mismo infierno. * Fumetsu, el territorio destinado a los vampiros, una de las razas más temidas por sus mentes vengativas y ambiciosas. * Tamashii, dominio de los minotauros, una especie caracterizada por sus batallas y la lealtad de sus habitantes. * Junsuina, un lugar místico habitado por los ángeles, seres llenos de luz, paz y armonía quienes eran capaces de purificar hasta el alma más oscura. * Jakuten, una tierra poblada por los humanos, una raza trabajadora considerada débil ante las demás criaturas, pero que no dejaba de ser ágil a la hora del combate. Y finalmente * Sengoku, una tierra sagrada, protegida por los hombres lobo, respetados por todos los reinos debido al alto grado de valentía y orgullo que poseían sus habitantes, al igual que la capacidad de liderazgo que han mostrado y mostraban cada uno de sus reyes.

Pero lo que ningún ser pudo haber imaginado era que Sengoku estaba por presenciar el nacimiento de una amistad que dejaría más de una huella en la historia y más de un recuerdo para las leyendas.

Mystic FriendsWhere stories live. Discover now