Capítulo II: Un cambio

2 0 0
                                    


¡¿Dónde estoy?! grite asustada al despertarme de golpe, mire a todos lados y me di cuenta de que estaba sola y en un sendero oscuro dificultándoseme un poco la vista, a pesar de esto comencé a correr, buscando una salida y sumiéndome poco a poco en mis pensamientos, tratando de averiguar dónde estaba.

Tal era mi estado que por poco y me caí en el cráter de un volcán activo "pero en Sengoku no hay este tipo de volcán" pensé. Todavía extrañada me di vuelta para regresar por donde vine, pero ya no estaba el túnel ─Pero que...

_________________________________

─ ¿Qué ocurrió? pensé en voz alta cuando recuperé el sentido, medio aturdida todavía.

Como un flash me vinieron los recuerdos de lo que pasó en ese río ─ ¡Chicos! exclamé parándome de golpe, el movimiento que hice creo fue demasiado brusco pues volví a caer sentada, sintiéndome débil. Sin que pudiera evitarlo mis cabellos se deslizaron frente a mi cara y me di cuenta de que los tenía... ¿castaños?, mire mis manos y... ¡tampoco estaban mis garras!

─ ¡¿QUÉ RAYOS ME PASÓ?! grite con todas mis fuerzas, provocando que unos pájaros volaran alertados por el sonido.

No ... no puede ser... cálmate, cálmate. Repetí varias veces en mi cabeza consiguiendo así serenarme (más o menos). Por lo que más "calmada" mire a mi alrededor dándome cuenta que estaba en una especie de cabaña. No era muy grande, tenía un pequeño espacio donde supongo se pondría leña para hacer una fogata, había un futón y una mesa algo podrida.

Estaba algo abandonada y sucia, pero, supongo que al menos aguantaría una pequeña tormenta. Pude ver que lo que supongo yo era la puerta, estaba bloqueada con varios pergaminos, que a simple vista se veían poderosos por lo que preferí mantenerme alejada de estos, también noté que había una ventana rota que al menos me ayudaría a saber dónde estaba, para mi suerte debajo de esta había un espejo, por lo que intente volverme a parar para acercarme, pero

─ ¡Auch! no sirvió de mucho.

Volví a caerme al ser mis fuerzas insuficientes, por lo que no me quedo de otra más que ponerme a gatear a ver si así lograba verme en el dichoso espejo.

Cuando lo tuve enfrente una sonrisa surcó mi cara, eso me había cansado un poco; subí mi mirada y lo que vi por poco y ¡me provoca un infarto!

Mi cara estaba más pálida (incluso tomando en cuenta el susto), mis cabellos estaban más cortos y de un color que asemejaba las almendras que casi siempre había en la cocina del castillo, y tampoco estaban mis orejitas peludas en la cima de mi cabeza, habían descendido encontrándose ahora a los lados de mi cara, mis manos eran similares a las de los humanos "Dios nos libre".

Continuando mi inspección abrí mi boca y observe que remplazando mis colmillos estaban unos dientes planos, "no creo que puedan cortar siquiera un trozo de carne"

Frustrada, retiré mi mirada del espejo y la subí a la ventana.

─Pero si todavía falta mes y medio susurré angustiada al ver el cielo con muchas estrellas y una luna que apenas con una pequeña franja de luz parecía sonreírme.

─Pero ¿Qué? dije mirando a mi alrededor, rodeado por unas paredes blancas que tenían miles de cuadros y entre ellos uno en específico llamo mi atención "son las chicas y yo" pensé apreciando aquel cuadro que hasta donde recordaba lo habían pintado hace poco más de una semana... pero no es posible pues ese cuadro se encontraba en─ ¿El castillo?, pero ¿Cómo llegué? cuestioné a la nada mientras caminaba por aquellos pasillos que habían sido mi hogar desde... desde... ¡Desde que tengo uso de razón y punto! Me aclaré a mí mismo.

Mystic FriendsWhere stories live. Discover now