Capítulo III: Un cambio parte 2

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 "¡Ketsueki, Misuta, Hansamu, Hikari y todos los dioses!" mi choqueada mente no daba descanso ¿de qué otra manera podría estar al ver mi actual situación? Repasemos.

Primero me atacaron a mí y a los chicos en el río.

Después despertamos rodeados de espejos, luego de haber estado inconscientes (omitamos el grito de shiza) para de repente desaparecer y despertar sola en una cabaña abandonada, olvidada de la mano de Dios Todopoderoso (algo bastante difícil de asimilar) ¡sin saber que le había pasado a Oushiza y Skarlet, si estaban bien!, ¡Y DE PASO SEA DICHO CONVERTIDA EN HUMANA!

La respiración de Koya se volvía cada vez más irregular a medida que escenarios horribles se creaban en su mente. Entre ellos Skarlet siendo devorada por un charodon megalodonte y a Oushiza siendo atacado por una manada de dajenas.

─ ¡¡Ahhhhhh!! ─Un segundo grito rompió la tranquilidad de la noche y los oídos de todo el que estuviera en un radio de 2 kilómetros.

Las lágrimas llenaban los ojos de Koya quien batallaba para que no cayeran, mientras no podía dejar de hipar cada vez más fuerte, asustada.

"Prométeme que tratarás de no llorar"

Una voz armoniosa y cálida sonó en su mente logrando que se calmara casi por arte de magia. Con una de sus manos limpio la lagrima traviesa que sin querer había caído y una sonrisa apareció en su cara. Recordando una bella tarde en donde esa persona la abrazaba y arrullaba. Cantando una hermosa canción solo para ella. Como siempre hacia cuando se lastimaba o asustaba.

Con nueva determinación me limpié una vez más la cara, y apoyándome de la pared me puse de pie.

Ya parada pude evaluar mejor el lugar. Y ya no parecía tan pequeño─ Huh, quien diría que de verdad todo es cuestión de perspectiva ─recordando las palabras de su padre. Con paso tambaleante me volví a asomar por la ventana.

─ A ver... ¡qué hermoso! ─nótese el sarcasmo.

Koya pudo ver (más o menos) que se hallaba en medio de un bosque oscuro y por demás de tenebroso. Cuando de repente, escuchó como un murciélago atravesó la noche...y de cierta forma, su sonido la calmó. Siempre sucedía cuando oía algo conocido. Aunque claro, no sonó como siempre pues su audición no era la mejor en ese momento.

Ya con un poco más de confianza se dirigió a la puerta para ver si podía hacer algo con esos sellos ─Tal vez pueda cortarlos con un pedazo de vidrio ─propuse con cierto humor "no es mala idea la verdad". Al mal tiempo buena cara. Suele decir mi nana Alicia.

─Yo no lo haría si fuera tu ─hablo alguien, tan suave...que por un momento me creí loca. Me detuve por un momento. Gire mi cabeza y mire en la dirección de la que parecía haber venido esa voz... no había nada ahí o en el resto de la cabaña─ Creo que cuando aparecí aquí me golpeé la cabeza.

La sacudí para ambos lados tratando de despejarme. Me volteé y seguí acercándome a la puerta. La cual sigo pensando que es un milagro el que no se caiga... algo atrapó repentinamente mi tobillo y me jaló hacia atrás, azotándome contra la pared posterior de la cabaña. Provocando que esta se estremeciera y se levantaran varias capas de polvo.

─Te dije que no lo hicieras, princesa ─Se escuchó otra vez la voz que sonaba rasposa y vieja.

─Ugh ─Se quejó Koya. Pues ese golpe le había sacado todo el aire. Con la vista aturdida, dirigió su mirada hacía el frente, pero no vio a nadie─ Pero ¿qué...? ─barrio la cabaña con sus ojos y nada.

Exasperada, apoyo sus manos a los lados de su cuerpo y con un pequeño impulso trato de pararse. El crujir de una cadena le advirtió que eso no sería posible. Alzo una ceja y con curiosidad, miro su tobillo en donde, ¡¿tampoco había nada?!

Mystic FriendsWhere stories live. Discover now