Caricias

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Han pasado unos cuantos días desde que me encontré con Bon por primera vez; la imagen de su revoltoso peculiar cabello, el dulce aroma a chocolate que desprendían de ellos y ni hablar de sus hermosos ojos verde lima aún no salen de mi cabeza. Y como pensé que sucedería, no nos hemos vuelto a  ver; era imposible que sucediera.

Mordía con más ahínco el lápiz que estaba entre mis dedos, y mi mirada seguía plantada sobre nada en particular. Estaba en el descanso de quince minutos que me daba mi trabajo;, pero en vez de trabajar digamos que la  imagen del chico vino de nuevo a mi mente.

―Bonnie ¿Sucede algo? Has estado más distraído de lo normal. ― Chica , mi mejor amiga además de mi jefa Una muchacha  bajita, de una brillante cabellera rubia y un carácter de envidiar.además de mi jefa. Vi preocupación en sus ojos amatistas, negué con una sonrisa y aparté el lápiz de mis labios; eso fue sufuicente para que me crea.   ―Más te vale, sabes que cualquier cosa me lo puedes contar...Como sea; verás gané un boleto para un masaje gratis hace unos días no lo he podido usar, pero como se acabo tu turno ya; te lo doy.

Estaba totalmente dispuesto a negarme porque estaba claro que aún no había acabado mis horas de trabajo, sin embargo no logre con mi negativa, en parte fue por el ingreso de una nueva cliente en el establecimiento y también un aura muy escalofriante comenzaba a rodear a Chica y ni hablar de su forzada sonrisa.

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―Bienvenido a Suspendisse Gentle― La cálida bienvenida de la recepcionista hizo que sonriera, el lugar era estrecho con paredes celestes y un espléndido olor de frutos del bosque o quizás era lavanda no estaba seguro por la inmensa cantidad de incienso que estaban puestos en todo el lugar―. ¿Tiene una cita? ― Preguntó la misma chica. Era casi de mi estatura, con unos ojos celestes que contrastaban con su largo cabello rubio cenizo.

Negué a la vez que sacaba el dichoso boleto de mi bolsillo― Pero mi amiga me dio esto, creo que es válido hasta hoy. 

― Disculpe pero sin una cinta previa no será posible atenderlo.

― Joy, la Sra. Melody acaba de llamar y ha cancelado, algo con su caniche mordiendo a no sé quien,― mis mejillas se sonrojaron de forma rápida, las probabilidades eran imposibles¿no es así?―. Pero miren que el destino quiso que nos volvamos a ver, te dije que nos volveríamos a ver...― coloco una de sus manos en su mentón pareciendo quererse acordar de algo― Bonnie si no me equivoco ¿verdad?

Asentí sin poder creermelo todavía― ¿Masaje gratis? ― Repetí el movimiento con mi cabeza.

―Pero Bon no tiene una cita, y ya sabes como se pone Meg con eso.

―No te preocupes Joy, además no es necesario de que se entere― Guiño uno de sus ojos a la chica de recepción para luego dirigirse a mi, no sé si era parte del protocolo del lugar el tomar la mano del cliente, pero lo acepte gustoso. Me guió sin hablar hasta una de las habitaciones; por fuera el lugar parecía diminuto, pero no era así, pasamos por un largo pasadizo. ―Ahora si Bonnie,recibirás uno de los mejores masajes que tendrás en toda tu vida.

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― Bonnie estas muy estresado― Podía sentir las manos de Bon sobre mi espalda de una forma muy placentera. Sentía como el tacto de sus caricias se paseaban por mi espalda subiendo hasta mis estresados hombros.― Tus hombros parecen estar lleno de nudos no te preocupes cada uno de ellos desaparecerán después de esto.

Sonreía. No, no lo veía directamente más bien por su reflejo que alcanzaba a ver en uno de los espejos altos, también sonreí relajándome más y más tanto que pensé que quedaría dormido ahí mismo. Debía agradecer miles de veces a Chica por este magnifico regalo.

― Mmmh~

Me sonrojé furiosamente no puedo creer que allá soltado tal ruido. No me moví  porque mi cerebro pensó en ese momento que así me volvería invisible.

―Calma Bonnie que, si te pones asi, todo lo que hice no habría valido la pena― Mi respiración se aceleró, Bon estaba cerca a mi rostro. Beso tiernamente mis mejillas para acercarse a mi oído. Sentí derretirme en ese mismo instante― Ya falta poco para terminar~

No sé cuántos minutos pasaron despues de eso, pero me perdí de nuevo en todas esas delicadas caricias.

―Ya está.

Rayos, maldije al tiempo.

―Gracias― Susurré acomodándome en la camilla agarrando con fuerza la toalla que cubría mi parte baja― En serio necesitaba eso.

―Obvio que si― Me extendió una tarjeta con su número y esa sonrisa tan grande que alegraba mi corazón― Ese es mi número, llámame cuando quieras una sesión privada.

Y sin más se fue dejándome ahí con una boba sonrisa viendo el número sin creérmelo que me lo haya dado.

―Lo tendré en cuenta.

30 DíasWhere stories live. Discover now