Cartas para la mujer con la luna sobre la ceja.

4. Prioridades.

No necesito escucharte decir mi nombre entre suspiros cuando la fatiga del día te cierra los ojos y, embelesada, te remita al único mundo en que puedo tenerte. Necesito escuchar los vestigios de tu voz ir despareciendo en la distancia, sabiendo así, que continúas tu camino.

No necesito mirar el brillo del sol otoñal escondido entre la miel de tu cabello. Solo necesito saber que el brillo del sol aún está en riesgo de opacarse por la luz de tu mirada.

No necesito que me escuches llamarte con la esperanza de que el silencio abismal no desgarre mis oídos. Solo necesito que las aves te canten las canciones que te he escrito, armonizando tus pasos a donde el mar se acaba.

No necesito ser el muelle al que amarras tu barca cuando las nubes anuncian que se acerca el temporal. Necesito saber que tu casco rompe libre las olas y tu vela acaricia con fuerza los vientos propicios.

Prefiero mirar cada noche un cielo vacío y estéril, que robarte las nebulosas atrapadas en la brillante profundidad de tu mirada castaña.

Y si por alguna razón desconocida el viento ya no despeina mi cabello, que me reconforte la seguridad de que se ha desviado hasta por debajo de tus alas.

Por más que te quiera aquí, te prefiero en ti.