Capítulo 3

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Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin le pertenecen a Isayama y la respectiva editorial donde lo publica. Esta historia solo tiene fines de entretenimiento y sin fines de lucro.

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—¡Mierda!— exclamó Levi frustrado. Algunos pájaros abandonaron las copas de los árboles, como si se sintieran aterrorizados de su voz.

Podía sentir el cuerpo de la mujer temblar debajo de él. Estaba espantada, su pecho subía y bajaba errático y las primeras gotas de sudor comenzaban a aparecer en su rostro. La observó detenidamente, Su cabello corto y dorado se desplegaba alborotado y sucio por el suelo, y su piel parecía enferma por la palidez, lo que hacían resaltar sus celestes ojos, teñidos de miedo y clemencia. Era ella, aquella chica que había salvado noche atrás, debajo de él, a punto de morir. Sus manos aún se encontraban rodeando su terso cuello y Levi salió del trance, que duró segundos que parecieron eternos, producto del shock cuando ella gentilmente posó sus manos sobre las suyas. Sus ojos le pedían piedad, de manera escandalosa.

Y él titubeó. Y esa muestra de compasión le salvó la vida a la joven, quien aprovechó sus segundos de debilidad para empujarlo y correr despavorida.

«Mierda» se amonestó Ackerman mentalmente, mientras perdía de vista a la chica.

...

Historia suspiró una vez más y retiró sus antebrazos de la mesa de roble para apoyarlos sobre los brazos de su sillón individual, recostándose en este. Estaba Cansada, no había pasado mucho de su coronación y sentía que batallaba contra titanes. Su estómago se revolvió a recordar el egoísmo y la avaricia de los que estaban en el poder y eran las manos derechas de sus padres, reticentes a los nuevos cambios. Y ella sabía que debía tener ojos en todos lados, previniendo un posible ataque. No era una chica que había desperdiciado su adolescencia, a los quince años se había unido al cuerpo de reconocimiento como Christa Lenz. Un año después, Erwin Smith la ayudaba a apoderarse del trono. La carga de un reino sobre sus hombros le pesaba; se sentía solitaria sin sus amigos cerca, sobre todo Ymir, su mejor amiga tanto de Christa como de Historia, quién la había abandonado a modo de sacrificio en ayuda de sus amigos desertores. El resto de sus compañeros habían quedado en el pueblo, muy lejos de ella.
Un golpeteo en la puerta seguido de su figura adentrándose en la habitación le anunciaban la llegada de Eren Jaeger. Había tenido varias discusiones con su amigo ante su decisión de convertirse en un caballero personal para ella, debido a que exponía demasiado su vida. Sabía igual que era una batalla perdida desde el principio debido a la terquedad del chico.

"Quiero ayudarte. Ya no soporto sentirme como si estuviéramos encerrados por unos muros invisibles a causa de una minoría. Yo también ansío la libertad y la igualdad para mi pueblo"
Sus palabras volvieron a resonar en su mente acompañadas de una imagen de Jaeger con una firme determinación. Sus grandes ojos grises relampagueaban de anhelo y un sentimiento parecido a la ira. Eren siempre había sido así, por lo poco que ella lo conocía, más sin embargo ambos sentían un tipo especial de conexión, como si uno fuera el reflejo del otro. Sintiéndose inútiles, víctimas de los legados de sus padres y con un deseo ferviente de justicia. Era un secreto que pocos sabían la identidad del doctor Jaeger, un preso militar del exterior que fue enviado a Paradis como infiltrado. En cambio, el hombre decidió formar una familia y guardar toda la información en archivos en el sótano de su tranquilo hogar. Hasta que Reiss se enteró de su paradero y ante la negativa de Jaeger de cooperar el rey se deshizo de él, yendo tras el hijo quién poseía la llave a la información colgada de su cuello. Fue secuestrado al mismo tiempo que Historia, quien sería eliminada por su mismo padre para no tener posibilidades de perder el trono. No contaba con que los muchachos se apoyaran mutuamente y, ayudados por una revuelta interna que nacía debido a la injusticia absolutista, encontraran su libertad ejecutando a su enemigo en común, haciéndose la promesa de que, si para ser libres tendrían que incluso ser enemigos de la humanidad, lo serían.
Historia le mostró una media sonrisa cansada y Eren inclinó la cabeza a modo de respeto más que de subordinación —ya he traído mis pertenencias más importantes para establecerme en el castillo.
—¿quieres acompañarme a la hora del té? Me vendría bien compañía agradable.
Él asintió. A pesar de sus posiciones no dejaban de ser amigos, y en la intimidad se trataban como pares. La sirvienta entró con la bandeja de té y bocadillos y la monarca le pidió amablemente otra ración a lo que la subordinada al cabo de unos minutos regresó con otra bandeja igual.
Historia acercó la taza caliente a su rostro y dejó el que humo acariciara su piel antes de dar un sorbo.
—¿qué piensas de la idea del barón Fushen de aliarse con el reino del norte? — le preguntó a su compañero.

Apariencias -Rivetra fanfic-Where stories live. Discover now