5. Un molesto compañero

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— ¡Dupain! ¡Agreste! ¿Hay algo que quieran compartir con la clase? —Marinette se sobresaltó y dirigió su atención a la bruja que tenía por maestra. Adrien solo observó a Mendeleiev con aburrimiento. — ¿Debo volver a repetirlo? ¿Qué es eso tan importante como para no prestar atención? Les informo que esta calificación valdrá el doble.

Todas las miradas estaban puestas en ambos chicos. Marinette empezó a tartamudear.

— E-Entendemos perfectamente, n-no volv-...

— Mi compañera tenía unas cuántas preguntas con respecto a la cinta y simplemente se las respondí, no veo nada de malo en ello. —Dijo de pronto el rubio. Marinette se mordió la lengua para desmentir tal cosa, pero le preocupaba más de que los mandaran directo a la oficina del Director.

— ¿Es eso? —Preguntó no muy convencida.

— ¿Qué quiere que le digamos? ¿Qué planeábamos algún ataque anarquista en contra de la escuela? ¡Por favor! —Mendeleiev le lanzó una mirada asesina.

— En ese caso, ya que parecen llevarse tan bien, ¿no les molestará hacer el trabajo juntos, cierto? —Las chicas que tenían la ilusión de ser parte del equipo de Adrien empezaron a ver a la de coletas con odio.

Marinette se horrorizó y golpeó fuerte la mesa con ambas palmas. Se levantó y exclamó: — ¡No tiene que hacernos esto! No volveremos a hablar. Me parece que sería mejor elegir con quién podemos trabajar.

— ¡La rarita tiene razón! ¿por qué deberían ellos dos estar en el mismo grupo? —Preguntó alguien.

— Además de llegar tarde a mi clase, haces escándalo, Bourgeois. ¡Haz silencio o te hago hacer el trabajo sola! —La rubia refunfuñó y se mantuvo quieta en su asiento.

— A propósito, ¿no se supone que el trabajo sería de tres? —Mencionó Adrien, sin mucho interés.

— Sé muy bien lo que dije y por esa razón tú y la señorita Dupain... —Apuntó a los dos jóvenes y tomó la ficha de alumnos para darle un breve vistazo. — Harán el trabajo con Nathanaël Kurtzberg. —Buscó con la mirada al pelirrojo. —Esperen, ¿dónde diablos está él? —Preguntó irritada a la clase.


Una joven de largo cabello oscuro y con las puntas teñidas habló: — El director lo llamó, necesitaban acordar el itinerario para la salida al museo con los chicos del taller de arte. —Mendeleiev asintió y le dedicó una mirada a sus dos alumnos. —Se harán cargo de hacerle saber a Kurtzberg sobre la investigación, les entregaré una hoja con la información que requiero para este trabajo al final de la clase. —Les dedicó una mirada severa a todos los demás alumnos. — Ahora, si alguien tiene alguna queja sobre los grupos que estoy formando, será mejor que se callen porque no los tomaré en consideración. —Se escucharon los murmullos de protesta, pero ninguno dijo nada.


Marinette dejó escapar un largo suspiro de frustración y cayó como peso muerto en la silla. Aún no se creía la mierda de día que estaba teniendo.

Por una parte, detestaba la idea de ser compañera del idiota de Agreste, pero también tener que trabajar con el chico que la dejaba sin habla era...como ir directo al matadero.

¿Cómo evitar hacer el ridículo enfrente de Nath y esquivar los ataques de Adrien?

Estaremos solos los tres por largo rato. —Pensó. Se mordió el labio y trató de no imaginar lo peor. No solía tratar mucho con los chicos por miedo a ser muy torpe, además de que se ponía muy nerviosa.

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