XXXIV

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-Este tipo te está arruinando por completo, ¿Lo sabes?

Alcé la vista hacia él, quien me observaba atentamente, como con una expresión que solo pude definir como lástima. Acababa de terminar de contarle a Liam el pequeño gran desastre que se había desatado gracias al mensaje y la maldita curiosidad de Harry que lo impulsó a tomarse la libertad de leer algo que no le correspondía

-No es así -negué con la cabeza-. Se suponía que sería un fin de semana juntos en Manchester, él conocería a mis padres, ellos lo adorarían y se llevarían fantástico -murmuré, ilusionada-. No te culpo, Liam, sabes que no, pero es que ese jodido mensaje no pudo llegar en peor momento -farfullé, tratando de ocultar mi molestia. No podía descargarme con él, no era su culpa.

-Lo lamento -se disculpó de igual forma-. Es que... Quería hablar contigo, Navah. Siento que me acobardé y dejamos muchas cosas pendientes, sencillamente quería manifestarme, que supieras que pese a eso seguiría ahí para ti.

-Lo sé -musité solamente.

Ambos guardamos silencio. Yo permanecí perdida en mis pensamientos, cuestionándome a mí misma dónde diablos podía estar Harry, haciendo qué y con quién; y Liam sencillamente en lo suyo.

-¿Navah? -me llamó de repente, sacándome de mi ensimismamiento-. Quiero... Quiero terminar con Sophia.

Lo miré con espanto.

-¡¿Por qué?! -exclamé, temerosa por su respuesta.

-Por ti...

Fue como si el mundo se me viniera abajo. Era como si Liam no escuchara lo que le decía, como si su cerebro no estuviese programado para entender que quería a Harry, dándole ideas más y más estúpidas con las que intentara probar suerte conmigo.

-¿Me estás jodiendo?, ¿Eres idiota o qué? -espeté, alzando la voz-. Payne, creo haberte dejado más que claro que eres mi amigo, que no me interesa estar conmigo.

-Y aún así, peleaste con Harry y viniste conmigo. Tarde o temprano sucederá, LeBeauf -sonrió con arrogancia y satisfacción

Abrí la boca para decir algo, mas la sorpresa y la incredulidad no me lo permitieron.

Era como hablar con un maldito loro que repetía la misma idiotez cada vez que le decía algo. No podía creerlo, sencillamente no podía creer que él siguiera empeñado en ello.

-¿Lo ves? -inquirió, interpretando erróneamente mi silencio.

-¡Es que no se trata de eso, Liam! -chillé-. Te dije que necesitaba hablar con mi mejor amigo, necesitaba que me escucharas. De haber sabido que ibas a comenzar de nuevo con la misma estupidez que el otro día me hubiese ido con Beverly.

-¿Puedes escucharme? -pidió, tal y como había hecho yo con Harry horas atrás.

-No quiero oírlo, Liam.

-Trata de entenderme, no puedo seguir con ella si sigo sintiendo esto por ti...

Llevé mis manos al rostro. Había intentado que entendiera de buena forma, pues entonces me tocaba hacerlo por las malas.

-Te lo voy a dejar de esta manera para que entiendas -suspiré, perdiendo la paciencia-. Lo mío con Harry podría irse al demonio y aún así ni siquiera consideraría estar contigo. ¿Cómo diablos quieres que te lo explique? ¿Necesitas que te lo ilustre o qué?

Él me observó con decepción. Una decepción que a esas alturas poco y nada me importaba.

-Pero... ¿Por qué?

-No me gustas, Liam, y apostaría a que yo tampoco te gusto realmente. Solo empecé a llamarte la atención cuando supiste que estaba con Harry. ¿O me vas a decir que llevas siglos sintiendo esto y toda esa mierda? Porque francamente no te creo.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora