2. Blasfemia

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Faltaba poco para el amanecer cuando Anakin despertó. Al contrario que su maestro había tenido una noche tranquila, sin sueños de ningún tipo. Todavía con los ojos cerrados, frunció el ceño al notar algo extraño en la muñeca. Tardó unos segundos en reconocer que no era algo extraño, sino su propia mano. Suspiró y cerró los dedos, agarrando la sábana. La siguiente percepción le hizo sonreír con maldad. Obi Wan estaba abrazándole por la espalda y, al parecer, una parte de su cuerpo ya estaba muy espabilada. No era la única. Hizo gala de todo su sigilo para desprenderse de la ropa interior y se apretó con suavidad hasta notar cómo le humedecía. Tuvo que morderse los labios para no echarse a reír cuando le escuchó dar un gemido ronco sin salir de la nocturna inconsciencia.

Los dedos de Obi Wan se crisparon en su vientre. Se movió tras él con gestos lentos y algo pesados. Deslizó los dedos torpemente hasta su cintura y tiró hacia sí. Aún dormido, movió los pies, rozando las piernas de Anakin al estirar las suyas como si empezara a desperezarse, empujando contra su trasero perezosamente. Al moverse, rozaba con la nariz la nuca de su aprendiz, donde exhaló un suspiro satisfecho.

El padawan no desperdició ese único empujón instintivo, echándose hacia atrás con fuerza en el momento justo. Se apretó la almohada contra la cara para disimular el gemido, que no traspasó las paredes, pero se coló sin problemas en los oídos de Obi Wan, cuyo gemido se ahogó en un resuello a sus espaldas. Los dedos que le tomaban con torpeza por las caderas se cerraron como cepos cuando la consciencia regresó de forma brusca a su cuerpo.

—Aahh... Anakin —dijo con voz ronca—. ¿Qué...?

Estaba en pleno movimiento cuando tomó contacto con su propio cuerpo, una embestida lenta que marcó con más firmeza al hundirse en la cálida carne. Al incorporarse a medias sobre el codo vio a Anakin apretando el rostro contra la almohada. Aún aturdido por las pesadillas, no sabía si realmente estaba despierto o se encontraba sumido en sus atribulados sueños. Sin embargo, el placer y el calor del cuerpo de Anakin parecían más reales que en esas escenas en las que ni siquiera podía ver el cuarto de su padawan.

«¿Qué has hecho?», quería preguntarle. Pero la respuesta era obvia. «Se ha salido con la suya», se replicó a sí mismo con la voz sibilina de sus sueños. «Ha vuelto a hacerlo, ha aprovechado que dormía. Él se sirve de mí cuando lo desea».

Apretó los dientes. La situación no le dejaba pensar con claridad ni usar argumentos racionales consigo mismo. No había argumentos que valieran. Si Anakin quería eso, también él tomaría lo que deseaba. Obi Wan se espabiló repentinamente, le empujó contra la cama y le aprisionó con su cuerpo, atrapando sus muslos entre las rodillas y arremetiendo contra él con una estocada firme.

—¿Es esto lo que quieres? —jadeó en su oído al arquearse, pegado a su espalda.

—¡Ah! —El padawan dio un grito sorprendido al verse boca abajo, manejado con indigna facilidad. No esperaba una reacción tan rápida y desde luego, no tan intensa. Obi Wan siempre se tomaba su tiempo para todo. La pregunta le subió los colores e hizo que entrecerrara los ojos—. Sí —respondió antes de pensarlo. Quizá, de haberlo hecho, hubiera cambiado su respuesta. Consideraba un logro esa novedad, había tratado de hacerle perder los papeles en cada uno de sus encuentros. Pero ahora que lo había conseguido, no estaba seguro—. Nggh... ¡Ah! —jadeó revolviéndose, forcejeando contra el peso que le hundía en el colchón.

No podía hacer nada en esa postura, era frustrante no tener el control. Anakin pasaba los días midiéndose con su maestro, probando sus límites de forma no del todo inconsciente. Por muy placentero que resultara ese momento, necesitaba seguir demostrándose que, en realidad, podía controlarlo.

—Yo encima —gruñó. No era una petición, era una exigencia.

Los forcejeos se volvieron potentes, el jedi tenía bajo su cuerpo a un potrillo al que habían puesto la silla por primera vez... y que no estaba dispuesto a dejarse domar.

El miedo más profundo (Obikin 2)Where stories live. Discover now