CAPÍTULO 2: EL PROGRAMA DE EXCELENCIA

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Les dejo una canción para que escuchen mientras dura la batalla de Perla contra Ian. Es "War of Change" de Thousand Foot Krutch. ¡Que lo disfruten!


La profesora Jansen dice que el futuro que me espera en la vida es ser una profesionista más que usa a los Pokemon para facilitarse la vida, como si encontrar el valor de X pudiera convertirme en un miembro útil de la sociedad. Ella no es la única que no entiende que lo único que enciende mi corazón son las cinco horas que pasó cada tarde en el gimnasio del colegio, entre mis compañeros vestidos con estos trajes que nos señalan como parte del grupo de élite al que pudimos entrar por nuestra edad, nuestra fuerza y nuestras habilidades. A diferencia de nuestros uniformes para la clase de gimnasia que son de colores blanco y rojo, el traje especial del Programa de Excelencia es del negro que caracteriza a la Elite y en la camiseta tenemos bordado el escudo de la organización que rige a los Entrenadores Pokemon de América: la Elite. Se trata de una letra E estilizada y rodeada por las siluetas de Articuno, Zapdos y Moltres. Y el material es ideal para hacer sudar nuestros cuerpos, así como nos deja respirar porque el Programa de Excelencia no es nada más que un entrenamiento brutal que recibimos de parte de Jackson West.

Él es un reconocido Entrenador y uno de los más poderosos de este lado del país. No se tienta el corazón y nos obliga a siempre dar nuestro máximo, pues nunca cree que ya hayamos explotado nuestro potencial. Tiene expectativas tan altas, que creo que eso es lo que me motiva a sorprenderlo siempre. La profesora Jansen no lo entiende, así que no tiene caso explicar que sigo entrenando con mi hermano y con su novia cuando vuelvo a casa. Sólo de esa forma puedo demostrarle al entrenador West que estoy a la altura cuando me pone a pelear con los bastones de madera y me enfrenta a personas como Ian Nolan. Es un mastodonte de músculos y mente de estratega capaz de predecir todos mis movimientos. Su Hitmonlee se ve tan imponente como mi Ninetales que no tiene nada que envidiarle a nuestro rival.

Las colas de mi Pokemon danzan amenazadoras, así como el fuego se desprende de sus patas cada vez que el entrenador West hace sonar su silbato para que nuestros Pokemon y nosotros nos lancemos al ataque. Tenemos un espacio reducido, pues hay cintas rojas remarcando un imaginario ring de pelea en la duela del gimnasio. Nuestros compañeros y sus Pokemon observan sentados en el suelo o estirándose ahora que ya ha terminado su sesión. Nosotros somos los últimos, pero también somos quienes más le importamos al entrenador y por eso tengo que dar mi mejor esfuerzo.

El silbato vuelve a sonar, así que Ian y yo nos abalanzamos para chocar los bastones de madera. No es una técnica de combate en particular, pues lo único que tenemos que hacer es someter a nuestro contrincante. Liz, la novia de mi hermano, dice que es sólo una forma de disciplinarnos en las peleas callejeras. Los bastones sólo nos enseñan a pelear con cualquier arma que podamos encontrar, pues la Elite se rige bajo una ley de vida que puede aplicarse en cualquier circunstancia.

Es la supervivencia del más fuerte.

¡Y me encanta!

Ian no tiene contemplaciones desde que nos conocimos al inicio de este curso. En realidad, es por él que tengo esa pequeña cicatriz en la nariz y que estoy dispuesta a cobrármela ni bien pueda superarlo. Podemos usar los bastones como un escudo, pero también con un arma que te puede romper la nariz, tumbarte los dientes o dejarte sin aliento si la usas como una espada. Sabemos que son de madera, pero el choque de ambos se siente y suena como si estuvieran llenos de metal. La tecnología de la Elite hace que sean capaces de levantar potentes corrientes de aire que nos golpean, simulando una mínima parte de lo que puede provocar el aleteo de un Pokemon con alas. Y cuando el bastón sale volando, la pelea no termina. Desarmar al oponente es sólo la primera parte, pues hay que someterlo de la misma forma que actúa la policía. No es que me agrade actuar como los simios que se llevaron a prisión a nuestros vecinos sólo por ser afrodescendientes, pero esta sensación de poder es indescriptible. Durante unos segundos, lo único que importa es que somos rivales. No se trata de nuestro género, ni de lo que dicten los libros de biología. Las mujeres que entran a la Elite son fuertes, poderosas e independientes. Son la clase de mujer capaz de dominar a un monstruo de músculos y esteroides como Ian, sin derramar una gota de sudor y sin temer a ensuciarse. Y yo tampoco lo temo. Cuando me abalanzo sobre él, lo hago soltando esos gritos de guerra que me dan un empuje extra, haciéndome sentir que las noches interminables con David y Liz realmente están rindiendo sus frutos.

POKEMON X: LA GUARIDA DE FLAREONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora