CAPÍTULO 4: LA CHICA DE LOS OJOS AZULES

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¡Estoy muriendo de nervios!

La carta negra se quedó en mi mesa de noche, pero luego tuve que esconderla debajo del colchón porque estaba más que dispuesta a abrirla. Luego tuve que pedirle a Rapidash que se la llevara al establo, porque no confío en mí. ¡Me muero de curiosidad también! Después de todo lo que Liz dijo ayer, me pregunto si se tratará de todo lo que estoy imaginando y a la vez, ni siquiera sé qué es lo que espero. Me gustaría que alguien me diera al menos una señal, pero no parece que David o Liz sepan más. Anoche sólo escuché a mamá darle la buena noticia a papá, pero se supone que debo dormir temprano para llegar dos horas antes a la escuela. ¡Y no es justo! ¡Quiero saber ya!

La hora de entrada para el Programa de Excelencia siempre es a las cinco de la mañana. Tenemos que llegar dos horas antes para entrenar, luego vamos a nuestras clases y volvemos al final del día para entrenar de nuevo. Si por mí fuera, podría quedarme todo el día con el entrenador West. ¿Quién necesita estudiar lengua, álgebra e historia cuando tienes un gimnasio tan bien equipado al que sólo algunos de nosotros podemos entrar? ¡Es el paraíso!

La escuela siempre se siente tranquila a estas horas. Tenemos más tiempo para pasar por los casilleros, aunque no tanto para conversar. Aunque... En realidad, no es que no tengamos tiempo, sino que no queremos. Julie me dijo que el Programa de Excelencia no es para hacer amigos como cualquier otro club. No es un club, para empezar. Es un grupo de élite y como tal, estamos conscientes de que no somos amigos cuando cruzamos las puertas de ese gimnasio privado. Somos rivales que saben que, cuando llegue el final del curso, tendremos que competir porque sólo un puñado de nosotros puede subir al siguiente nivel y recibir la carta de la Iniciación. Y yo tengo que formar parte de ese grupo, cueste lo que cueste.

Pero cuando estamos afuera, podemos darnos el lujo de romper las reglas. Justo eso hace Ian Nolan cuando viene caminando hacia mí con una rosa en la mano y un chocolate envuelto con un moño. Ya no cojea y eso es gracias a la tecnología de la Elite. ¡Hurra!

—Para la mejor entrenadora del mundo —me dice al recargarse en los casilleros a mi lado.

Es la tercera vez que me regala rosas en esta semana. Eso ya es común para mí, aunque no es precisamente mi cosa favorita en el mundo. Las primeras cincuenta sí me ilusionaron, pero ahora...

—Gracias, Ian. ¿Cómo está tu pierna?

—Está hecha de acero, igual que tú —responde entre risas—. Tu Ninetales también está volviéndose más fuerte. Supe que Elizabeth Mawson está entrenándote.

—Liz —corrijo—. Nadie la llama por su nombre completo. Es la pareja de mi hermano.

—Entrenar con los Mawson debe ser increíble. Daría lo que fuera por probarlo... ¿Has estado en su gimnasio?

—¿Estás intentando llegar a ella o estás coqueteando conmigo?

Él sonríe, pero yo no. Levanta las manos en son de paz y permanece recargado en los casilleros.

—Me atrapaste —me dice—. ¿Qué harás el sábado en la noche?

—Entrenar.

—Pues ahora tienes planes.

Y mete la mano en el bolsillo para mostrarme la pantalla del móvil. La silueta de Skyler Crown entre reflectores está justo encima de un código QR. No le importa que le arrebate el aparato de las manos.

—¡No es cierto! ¿¡Cómo los conseguiste!?

—Tengo contactos —dice él encogiéndose de hombros—. Supe que eres fan de Skyler y pensé que te gustaría.

POKEMON X: LA GUARIDA DE FLAREONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora