La oración de Utuania

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—Cuando crezca, seré un héroe y ayudaré a las personas.

—¡Sí, si es Drac, seguro puedes hacerlo! ¡Yo te voy a acompañar!

—¿En verdad?

—Sí. Siempre te voy a apoyar, ¡lo prometo!

La mañana del martes, Drac se levanta con una emoción desbordante en su pecho. El corazón le late desbocado con solo imaginar su futuro, esperando una revelación divina de los hombres del templo.

Su habitación abarrotada de muebles viejos, en algunos lugares gastados y rotos, cruje bajo sus fuertes pisadas. Fuera, suenan las voces de sus padres, casi tan emocionados como él. Pero no por él.

—Aquí tienes, tus huevos hervidos favoritos —La voz amable de su madre llega aplacada por la pared de madera, y la risa de su padre, felicitando sin motivo a Kamal, resuena por la casa creando un ligero temblor.

Drac se viste con tranquilidad, alargando el tiempo para salir del cuarto y no ver a su familia. Mirándose al espejo, arregla su cabello lacio, de color rojizo, herencia de su madre.

De su padre había agarrado los rasgos duros, de mandíbula cuadrada y ojos grandes. El resto fue su trabajo y esfuerzo de años, entrenando cada día para crear un cuerpo fuerte y robusto.

Llegada la hora, abre la puerta y cruza la pequeña sala evitando mirar la cocina de olores agradables.

—¡Drac! ¿A dónde vas?

—Al templo —quería agregar más, pero aprieta la boca en una línea fina y sigue caminado.

—Entonces ve con Kamal, ya sabes, hoy tendrá su oración de revelación —interrumpe su padre otra vez, hablando con orgullo del joven a su lado.

Apretando su hombro, lo empuja adelante. Drac sale por la puerta, estirando su cuerpo bajo el sol brillante y cielo despejado. Una brisa suave corre por la colina, y la emoción vuelve a surgir en su corazón.

—... Ya es tarde —comenta Kamal pasando a su lado, tomando el camino superior hacia el centro del pueblo.

—Si no hubieras venido a comer mi desayuno, ya estaríamos en el templo.

Ambos aceleran el paso cuando oyen las campanadas, anunciando el inicio de las oraciones. Frente a la plaza, quince jóvenes esperan a que las puertas del templo se abran.

Emoción y expectativa se puede ver en los rostros de hombres y mujeres, la oración de revelación dictaría su futuro tan esperado.

Con la última campanada, las puertas se separan con un sonido chirriante, desde el interior comienzan a salir hombres con túnicas blancas.

Kamal y Drac se miran antes de correr al final del grupo, jadeando y con las mejillas rojas. Uno por uno, los jóvenes van ingresando acompañados por un sacerdote.

Kamal entra primero, y para el turno de Drac, aún no ha salido de la cámara.

Postrándose con una rodilla en el suelo, Drac une sus manos y espera el movimiento del sacerdote. La habitación, de dos por tres metros, se siente fría y oscura.

—Drac Rutta, hoy tienes dieciséis. Acepta la revelación de Utuania.

El sacerdote repite la frase usada en todos los jóvenes, colocando una mano sobre la cabeza de Drac y la otra en un libro en la mesa.

Cerrando los ojos, Drac espera oír la voz de Utuania, pero solo la conmoción fuera de la sala llega a sus oídos. Entreabriendo los ojos, mira al sacerdote frente a él. Carraspeando, el hombre se concentra y pronto una luz anaranjada se forma alrededor del cuerpo de Drac, entrando en su corazón.

“Un corazón amable brilla como el sol en el atardecer, baña la tierra con tu gentileza".

Utuania graba una frase en la mente de Drac, dejándolo confundido. El sacerdote se aleja, sin darle más miradas al joven aún arrodillado frente al altar y la estatua de Utuania.

—El color naranja se relaciona con la tierra, por lo que la revelación de Utuania para ti, es la misma que la de tus padres.

Dejando estas palabras, sale al pasillo para integrarse a las personas que rodean la habitación contigua.  Donde se encontraba Kamal.

La revelación de UtuaniaWhere stories live. Discover now