5. El ladrón de historias

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Repentinamente, Christopher la tomó de la mano y la llevó hasta el balcón más alejado de la multitud, con todos hablando por lo bajo e intercambiando miradas. Una vez solos, el príncipe dejó escapar un profundo suspiro.

- ¿Esta todo bien? - le preguntó Elisa, inquieta ante el cambio tan repentino del chico.

- A decir verdad- le respondió el príncipe, mientras recuperaba el aliento-, sí. No sabes el alivio que sentí cuando me dijiste que no te querías casar conmigo.

- ¿Qué?

- No lo tomes a mal, eres muy linda, hermosa a decir verdad, pero no nos conocemos y...

- Espera- lo silenció Elisa, tapándole la boca-. ¿Me estás diciendo que todo ese teatro del príncipe encantador era una farsa?

- Técnicamente- dijo con aun la mano de Elisa en su boca, cuando esta la retiñó consciente de lo que estaba haciendo-, el príncipe encantador es el esposo de Blancanieves, ahora es rey...

- Christopher, no te desvíes.

- Lo siento, mi lady, pero sí. Lo lamento, es solo que mi familia siempre ha sido así. Para ellos el romance se centra en conocer a una persona, salir un par de veces, a lo mucho, y luego casarse. Yo... no quiero eso.

Elisa lo observó en silencio por unos segundos.

- ¿Mi lady? Por favor, diga algo.

- Por favor, deja de llamarme mi lady, me incomoda...

- ¿Cómo me puede referir a usted?

- Tú, estoy segura que somos casi de la misma edad... por lo menos en este mundo- añadió en un susurro más para ella que para el príncipe-, y llámame Elisa, por favor.

- Muy bien, Elisa, por favor dime Chris.

- Bien Chris, ahora que nos hemos sincerado... ¿podrías ayudarme con algo?

- Si antes me explicas a qué te refieres con que no perteneces a este mundo.

- Bien... digamos que el favor que necesito y la respuesta a tu pregunta, están ligadas.

- Soy todo oídos.


Después de platicarle toda su historia, Chris comenzó a caminar de un lado al otro, sujetándose la barbilla mientras pensaba.

- Salir del castillo sin ser detectados no será tarea fácil, pero encontrar una entrada al Imperio de  Navidad puede llegar a ser pan comido.

- ¿Qué se te ocurre?

- Tendremos que atravesar unos pasajes secretos que llevan al pueblo... de ahí iremos a ver a unos amigos. Estoy seguro de que ellos nos podrán ayudar.

- ¿Nos?

El príncipe dejó escapar una sonrisa fresca y auténtica, que de alguna forma hechizó momentáneamente a Elisa.

- Ni pienses que te voy a dejar ir sola al imperio de Nikolaj.

- Puede cuidarme muy bien por mi cuenta.

- No lo dudo- volvió a reír, pero no como burla, sino con ternura-. Pero, si me permites acompañarte, te estaré eternamente agradecido. Los últimos años mis padres se han vuelto bastante estrictos conmigo por ser el heredero y tener que encontrar una esposa y todo eso...

- Vaya, ser príncipe sí que suena difícil- dijo Elisa en tono de burla, pero el príncipe pareció no entender el chiste.

- Desde que mi hermana mayor, Rosebelle fue secuestrada por aquella bruja hace tres años... todo el reino ha estado inquieto ante la sucesión del trono, y no los culpo, pasar cien años dormidos para que a las pocas décadas de haber despertado otra bruja maldiga a la familia real, debe ser difícil.

Elisa no supo si preguntar era lo adecuado, pero mientras se debatía por hacerlo o no, intentó recordar si había alguna historia con una princesa que llevase aquel nombre, no obstante, su concentración se vio interrumpida cuando notó una figura muy peculiar moviéndose entre los invitados al festival.

- Ese hombre- dijo asustada, a lo que el príncipe siguió su mirada hasta el sujeto de negro, con el parche en el ojo izquierdo.

- ¡Yo lo conozco!

- ¿Qué?

- Era a quien estaba persiguiendo cuando nos topamos fuera de la biblioteca real.

- ¡¿Sabes quién es?! - preguntó Elisa, con premura.

- Todo el mundo lo conoce, su nombre era Amadeus Hoffman, el menor de los tres príncipes Cascanueces y quien se reveló contra su hermano mayor Ernst, a quien convirtió en el primer cascanueces.

- Un momento, ¿qué esa no fue la reina ratón?

- Para no ser de este mundo, conoces nuestra historia.

Sin saber cómo o por qué, Elisa se sonrojó ante dicho comentario.

- Amadeus estuvo casado con la Reina de los Ratones, quien en era una mujer malvada y cruel pero muy hermosa, quien cegada por la ambición de tener su propio reino se auto proclamó gobernante de los ratones y el submundo de las coladeras. Amadeus, pensando que sería poderoso con el ejército ratón, se casó con ella quien era viuda y madre de un solo hijo, pero cuando Ernst liberó a la princesa Perlipita del Reino de los Dulces, del maleficio que ella le había echado, la reina hechizó al rey Ernst convirtiéndolo en cascanueces. Pero su hechizo saldría mal y el Rey Cascanueces acabaría aplastándola sin querer, terminando con su vida. Fue por eso que Amadeus, esperando que nadie nunca rompiera el hechizo que yacía sobre su hermano, lo ocultó en una tienda de juguetes en el mundo humano, hasta que la reina Marie-Claire lo eligió como su regalo de Navidad.

- Vaya, la historia sí que e Sun tanto diferente a la que yo había conocido.

- ¿Cambia mucho?

- Solo en el hecho de que el tío de Marie-Claire, Drosselmeyer, era quien le regalaba el cascanueces.

- Elisa- la llamó el príncipe, con un serio semblante-, el príncipe Ernst Hoffman es Drosselmeyer.



El Bosque Encantado: Un secreto congeladoWhere stories live. Discover now