Más tardaron los chicos en decidir comprometerse, que las princesas en aparecer llenas de un entusiasmo desmedido, gritando y vitoreando a la nueva pareja, a quienes arrastraron hasta el salón del trono, en donde los reyes se encontraban con un gesto sonriente y tranquilo al mismo tiempo.
- ¡Qué vivan los novios! - gritó el rey, consiguiendo que todos los invitados festejaran a los novios en medio de aquel jolgorio.
Elisa sentía que todo le daba vueltas, pero debía de mantenerse fuerte. Tan solo tendría que sonreír y agradecer por unos minutos, para después escabullirse de la fiesta y comenzar su travesía. No obstante, su plan se desmoronó por completo, al igual que el rostro del príncipe Christopher, al escuchar cómo el rey anunciaba que la boda se llevaría a cabo en tres días.
"¡Y dale con hacer todo en tres días!" pensó Elisa, histérica por la noticia y ansiosa por no poder encontrar a su ahora prometido en medio de todo ese caos, cuando de repente alguien sostuvo su mano y la besó, haciendo que todo el mundo, por un breve momento, guardara silencio.
Si bien, el sujeto lucía más aterrador de cerca que de lejos, y eso que anteriormente se había sentado junto a Elisa en el aeropuerto, sin embargo, ahora que la futura princesa tenía a Drosselmeyer besándole la mano, pudo notar varías cosas bastante peculiares del sujeto, como que sus ropas habían sido remendadas más de una vez; sus zapatos se encontraban cubiertos de lodo nuevo y viejo y que el olor que emanaba de su persona... estaba muy alejado de ser agradable.
- Mil felicidades, jovencita- dijo Drosselmeyer, hablando de forma extraña, como si arrastrara la lengua.
- ¡Atrás! - gritó Christopher, colocándose en frente de Elisa mientras desenvainaba su espada hacía Drosselmeyer, teniendo al rey y a los guardias reales imitando sus movimientos.
Drosselmeyer solo rio.
- No eres bienvenido aquí, Rey Ratón, ¡largo!
- Pero majestad, solo quise darle mis buenos deseos a la futura reina de este magnífico lugar... claro, si es que se vuelve reina, todavía la princesa Rosa...
- ¡Ni se te ocurra mencionar su nombre! - gritó la reina Aurora, colocándose enfrente de todos los hombres con espada.
Fue gracias a ese gesto que Elisa, muy atenta a la situación, notó como una lágrima se resbalaban por el rabillo del ojo de la reina, haciendo que, como buena autora que era, dedujera que los reyes tenían otra hija, y que por lo que Drosselmeyer acababa de decir, era quien debería de convertirse en reina y no Christopher, lo que le hizo preguntarse ¿qué había sido de la princesa y por qué no estaba en la fiesta?
- Vaya, vaya, así que aun no la encuentran... ese sí que es un problema- Drosselmeyer volvió a reír, perturbando a todos los presentes.
- No lo volveré a decir- añadió el rey-. Vete Drosselmeyer, o les pediré a mis guardias que te expulsen del palacio.
- Esta bien, me iré- dijo haciendo un ademán de paciencia con las manos-, pero estaré vigilando a esa hermosa futura princesa.
- ¡Ni se te ocurra acercártele a mi prometida, rata! - gruñó Christopher, mostrándose como uno de esos caballeros en dorada armadura famosos de los cuentos de hadas, lo que hizo que Elisa se sintiera halagada ante tanta galantería.
- ¡Tú no eres nadie para amenazarme, niño! - vociferó Drosselmeyer-. ¡Esa muchacha no es quien dice ser! Y será mía... ¡cueste lo que cueste! - gritó antes de esfumarse en una nube de humo, causando que el pánico se desatara.
En medio de gritos, codazos y tropezones, Christopher, quien en todo momento sostuvo a Elisa firmemente de la mano, la llevó a un lugar alejado de tanto escándalo, para hablar rápidamente con ella.
- Debemos irnos ahora.
- ¿Y tus padres?
- No hay tiempo... ellos...
- Debemos decirles la verdad, Christopher, ellos entende...
- ¡No!... Perdón, es que... te lo explicaré en cuanto estemos con los Grimm.
Fue así que, intentando ocultarse de los guardias que subían y bajaban las escaleras, mientras que otros recorrían los pasillos con miradas cual dagas; tanto el príncipe como Elisa consiguieron escabullirse entre las sombras de la noche, perdiéndose en la oscuridad que les ofrecía el Reino del Bosque Encantado.
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El Bosque Encantado: Un secreto congelado
FantasyCuando Sara, una joven escritora de fantasía, viaja a Viena para la presentación de su reciente novela, se pierde entre los pasillos de la biblioteca de la ciudad y cuando por fin encuentra la salida, ya no regresa a Viena sino al Bosque Encantado...