Capítulo XVII ━ Cansada

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"Hey, Lord, you know I'm tired of tears"

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"Hey, Lord, you know I'm tired of tears"



Escuchó los bombardeos, los disparos, los gritos, el tanque. Todo. Los niños y adultos estaban alterados. Tenía que levantarse e imponer orden. Había estado 30 minutos sentada sin hacer nada, y no iba a dejar que una anciana que la trató mal la traume de por vida.

Venía de un hogar infernal. Nada podría causarle más traumas de los que ya tenía.

Les dijo a todos los adultos que se encaminaran hacia el autobús de huida. Los niños, los más asustados, se quedaron cerca de ella esperando a que Jess les dijera qué hacer.

—Jessie —habló su compañera—. Carol nos enseñó a defendernos. Podemos salir.

—Una cosa es defenderse, y otra es pelear, Marion.

—Podemos hacerlo, estoy segura...

—¡No! Solo quédense aquí —gritó mientras tomaba un arma guardada y salía del pabellón.

Debía intentar hacer algo. Salió en una salida alternativa, un paillo oscuro que había encontrado una vez caminando con Carl, y un tiro rozó su cabeza en cuanto abrió la puerta de salida. Dos segundos después, ella apuntó firmemente al centro de sus ojos.

Había otros dos. A ellos los siguió en silencio. Mientras caminaba, veía el panorama: rejas caídas, personas muertas, caminantes avanzando hacia el lugar. Todo era un desastre. En su camino se encontró a unos cuantos caminantes, pero nada que no pudiera matar con su cuchillo, el cual estaba en su lugar.

Trató de no desconcentrarse. Perseguía hasta con la mirada a aquellos que le disparaban a Tyreese. Y cuando ella estaba a punto de dispararles, dos balas que venían de su derecha atravesaron sus cerebros. Tuvo que acercarse para ver.

Lizzie y Mica estaban paradas, apuntando con sus armas, salvándole la vida a Tyreese.

Marion tenía razón, los niños sabían defenderse.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Tyreese una vez que salió de los pastizales.

—¿Dónde está Marion? —cuestionó la mujer hacia las muchachas.

—Ella fue la que salió primero —contestó la menor de las hermanas—. Tomó otro camino.

—No hay tiempo de buscarla, debemos irnos.

—¡No me iré sin Marion! Debemos...

—¡No! —La tomó de los hombros—. Debemos irnos. Marion sabrá cómo salir de esta.

Iba a contestar, pero los llantos de la bebé, reconocibles ante su oído, hizo que corriera de donde provenía. En cuanto fue a recogerla, notó que sus propias manos estaban ensangrentadas; recordaba haber matado a algunos hombres para quitarles todo lo que tenían encima. Reaccionó por el llanto de la niña y la tomó, sin importar dejar sangre en la butaca en la que estaba. Al tenerla en sus brazos, ambas se tranquilizaron.

BLOODY DANGER¹ | Daryl DixonOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz