III

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Capitulo 3

A la mierda la perseverancia.

Esto era injusto.

Dumbledore me había llamado para hablar con él en su oficina.

Ya me venía venir lo que iba a pasar.

Sabía que me estaba metiendo en un problema al golpear a Draco Malfoy. Pero en ese momento no me importo demasiado, ahora estoy tomando un poco más de relevancia al asunto.

Malfoy era famoso por ser alguien intocable en Hogwarts. Su papito siempre salía a defenderlo, y estoy segura de que fue el quién le dijo a Dumbledore que me castigara.

Antes de ingresar en su despacho vi que la profesora McGonagall estaba en la puerta, esperándome.

Ella es una de mis profesoras favoritas, de hecho siempre lo ha sido. Desde que somos pequeños Harry y yo nos hemos metido en varios líos, no es que quisiéramos, sino que simplemente los problemas llegaban a nosotros como si fuéramos un imán.

El punto es que la profesora McGonagall siempre nos ha defendido, somos como sus preferidos. Y por eso es que la considero como una figura materna. Siempre ha estado ahí para mí y siempre me ha dado buenos consejos. Pero a veces creo que se le va la paciencia.

—¡Déjame ver!—Me exige agarrándome y examinando la mano lastimada.

—Estoy bien, Her ya me curo y me puso una venda. No fue nada.—Le digo intentando calmarla un poco.

Ella no dice nada y solo mira con esa mirada que las madres les lanzan a los niños pequeños para retarlos.

—Tienes el sentido común de tu madre.—Dice
Con un suspiro al final.—Y la malicia de tu padre.

Agaché mi cabeza, sin decir nada.

—Es como si... James y Lily discutirán en tu cabeza.

Y tenía razón. De algún modo. Nunca conocí a mis padres, nose como eran. Solo los recordaba por alguna que otra foto, pero nada más.

Todo el mundo siempre me dijo que era muy parecida a ellos, como una mezcla perfecta de los dos. Harry, por otra parte, solía ser mucho más parecido a mi Padre. Tanto en lo físico como en su carácter.

Las puertas de la oficina se abren y no me queda otra opción más que pasar.

Dumbledore se encontraba ahí. Di algunos pasos y él extiende su brazo apuntando a la silla que tenía enfrente de su escritorio. Una clara seña para que me siente, y eso hice.

—Señorita Potter, ¿Cómo está?—Me pregunta con un aire muy sereno.

—Bien.—Respondí sin nada que agregar.

—Me alegro de escuchar eso…

El quedo mirándome por un segundo, supongo que ya sabía que me había citado por eso. Me miro con las manos entrelazadas arriba del escritorio esperando mi respuesta. Como si esperara que le cuente mi versión de la historia. Y lo iba a hacer, iba a explicarle por qué había golpeado a Malfoy, porque había reaccionado de esa forma, pero de mi boca solo salió:

CORAZONES MALDITOS|| Mattheo Riddle. Where stories live. Discover now