XXXII

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Capítulo 32

Feliz cumpleaños, Lily.

Las cosas en Hogwarts no habían quedado de lo más bien. Tras la muerte de Cedric Diggory todo había estado en un clima de tensión.

Harry estaba mucho más paranoico de lo normal, se la pasaba viendo el periódico y se había vuelto más protector conmigo. Desde lo que pasó en el baile, no tocamos el tema, pero sabía que Lord Voldemort había vuelto o por lo menos esas fueron sus palabras.

Pasar las vacaciones en el mundo mágico no era algo factible. Harry me obligó a pasarlas en la casa de los tíos, no había un lugar que odiara más en el mundo como ese, pero por lo menos me prometió que solo serían una o dos semanas, luego iríamos a la casa de los Weasley.

El viento corría lentamente y me pegaba en el rostro. Cerré los ojos y flexioné las rodillas abrazandolas. De repente un golpe en la ventana me hizo darme vuelta.

Harry estaba en ella, la abrió lentamente y subió al techo de la casa. 

—¿Qué haces aquí?—Me preguntó, mientras se sentaba al lado mío.

—Solo tomo aire.

—Será mejor que bajemos antes de que el tío Vernon nos encuentre, sabes que odia que te subas aquí.

—Lo sé, es por eso que lo hago.

—Lu, habló en serio.

—Deja de ser tan amargado. No quiero bajar todavía.

Mire a un costado y en sus manos tenía el periódico mágico, no lo soltaba en ningún segundo. Sé lo quité de las manos y lo tiré del techo.

—¡Hey!

—Ups, se cayó.—Él me miró de mala manera.— Deja ver ese estúpido periódico, solo dicen cosas sin sentido.

Ambos nos quedamos en silencio. Solo se escuchaban los tenues ruidos de la noche. Me acerque más a él y apoye mi cabeza en su hombro. Hace mucho tiempo que no estábamos solo nosotros dos sentados en el techo.

—No quiero estar aquí.

—Lo sé, yo tampoco… pero no tenemos otro lugar, de alguna forma este es nuestro hogar.

—Dijiste que Hogwarts era nuestro hogar.

—Lo es.

—Quiero volver a nuestro hogar, no estar aquí.

Escuche como soltó un suspiro pesado y profundo. Sentí como apoyo su cabeza arriba de la mía.

—Algún día tendremos un hogar de verdad. En donde no tendremos que huir o pasarla mal, solo será nuestro.

—¿Solo... nuestro?

—Bueno, no solo nuestro. Será tuyo, mío y de Siruis, él lo prometió y es el plan desde ahora.

—Me gusta ese plan.—Sonreí.—¿Puedo tener un perro?

—Sí.

—¿Y un hámster?

—Sí, también.

CORAZONES MALDITOS|| Mattheo Riddle. Where stories live. Discover now