CAPÍTULO VII

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CAPÍTULO VII

MORGAN

Mis interacciones con humanos fuera de los Escudos invisibles son limitadas.

Me tomo mi tiempo evaluando a las dos chicas frente a mí, a simple vista parecen humanas comunes, pero agradezco que Jericho esté observando oculto desde los árboles. Mi Braktar es uno de los Purificadores más observadores e inteligentes de mi corte y confío en el que pueda detectar lo que yo pase por alto.

—No tengo nada de que hablar contigo —replica Ania, obtuvimos su nombre de su hermana. Ella está herida, y bastante golpeada. Supongo que Redwood le brindó la bienvenida usual.

—Creo que merecemos la cortesía de una conversación porque hemos venido hasta aquí y te hemos entregado a tu hermana con vida —apelo a que sienta esto más como un intercambio.

—Claro, ¿te debo algo porque secuestraste a mi hermana? No me hagas reír —bufa y ladeo la cabeza. El desprecio en su voz, en su mirada... es genuino. Y siento este vacío en el pecho que sentí cuando hablé con su hermana, como si necesitara saber que hemos hecho para que nos odien de esta manera. Sé que la humanidad y los sobrenaturales siempre han tenido una relación tensa, pero nunca se había propagado a cada individuo de esta forma, como si ya no fuera algo diplomático... como si fuera... personal.

—Ania, nos disculpamos por lo que ha pasado con tu hermana, fue un... error de un miembro joven de nuestra... organización —explico porque si no logro bajar su guardia no habrá nada de que hablar—. No tenemos intenciones de retener a nadie en contra de su voluntad. Solo queremos hablar.

—Quieres información, ¿no es así? Y Afra no te dio nada y ahora estás desesperada.

—Ania. —Le llama Afra por primera vez—. Ellos no me hicieron daño.

—¿Se supone que eso los exime de lo que te han hecho? —El nivel de ira en sus palabras me lleva a creer que esta chica no bajará la guardia nunca. Abro la boca para hablar cuando escucho una voz detrás de mí.

—Somos una familia —dice Lyla, caminando hasta quedar a mi lado—. Todos queremos proteger nuestra familia, no queremos problemas ni planeamos ir al Territorio humano, solo queremos estar a salvo, y cuidar de nuestro pueblo. Tú lo entiendes, Ania. —Lyla suaviza su voz—. Alguien que ha luchado tan ferozmente para rescatar a su hermana debe entenderlo.

Ania se queda callada, y eso es un avance porque es la primera vez que no responde de una forma agresiva. Lyla no desaprovecha la oportunidad.

—Son libres de irse, Ania. Puedes volver con tu hermana, y olvidemos este incidente, pero si pudieras decirnos algo... que nos ayude a entender los ataques a los Territorios sobrenaturales, los robos de bebés a Purasangres. —Los ojos de Ania se abren en sorpresa—. No lo sabías, ¿no? Es lo que pasa cuando tienes una división de territorios, eventualmente cada lado hace cosas para su beneficio que terminan hiriendo al territorio ajeno.

Ania toma la mano de Afra y se da la vuelta, el Purasangre y la criatura de cuatro patas le siguen. Lyla y yo compartimos una mirada. Bueno, lo intentamos. Tampoco vamos a mantenerlas aquí a la fuerza o a torturarlas por información, no somos ese tipo de criaturas.

Cuando llegan al agujero en la pared rocosa que me aseguraré de sellar, todos pasan, menos Ania. Ella se queda de espaldas a nosotros y nos mira por encima del hombro.

—Mi odio por ustedes nunca se disipará, —dice entre dientes—. Pero creo en la lucha en terreno justo y ustedes están en desventaja. —Arrugo las cejas y ella suelta una bocanada de aire—. Se aproxima una guerra. —Lo suelta como si nada, y yo me tenso—. La humanidad está preparándose, y ustedes deberían hacer lo mismo. Buena suerte.

Almas Perdidas III (La guerra)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin