CAPÍTULO IX

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Capítulo IX

ANIA KENT

Afra está muy silenciosa.

Y eso no es normal porque mi hermana menor siempre ha sido el tipo de persona que no para de hablar, que te irrita al punto de querer taparle la boca con la mano. Estamos cruzando el Bosque oscuro, los rayos de sol colándose entre las copas de los árboles nos brindan seguridad de los Convertidos mientras Kern, mi guardaespaldas, olfatea si hay Purasangres a un kilómetro de distancia a la redonda para que podamos cambiar el rumbo de ser necesario.

—¿Qué te han hecho? —pregunto, ojeando a mi hermana, que camina a mi lado.

—Nada —responde—. Eso es... lo extraño.

—No quieren iniciar un conflicto —explico—. Es todo, no le des tantas vueltas.

Afra suspira.

—Ellos no parecen... monstruos, Ania —comenta finalmente—. Son... como nosotros. Shade parecía tan inexperto en esto de secuestrar gente por información, se disculpó un montón de veces por tomar mi sangre.

—¿Shade? ¿La criatura que te secuestró? —Indago porque me alegra que por fin esté hablando.

—Sí, y su hermana se encargó de que estuviera cómoda y bueno... Morgan me liberó. No lo sé, no son lo que esperaba.

Me detengo de golpe, apretando mis manos.

—Son monstruos, Afra, se disfrazan de criaturas amables y gentiles —digo y Afra se gira para mirarme—. Sé que estabas muy pequeña cuando nos atacaron esos vampiros, pero esa es la verdadera cara de esas criaturas. La realidad es que estamos al final de la cadena alimenticia, somos presas, vulnerables ante ellos y eso no cambiará a menos que seamos nosotros los que estemos en el poder.

—Ania, no quise—

—Lo sé. —La interrumpo—. Esa familia tan amable con la que estuviste es la responsable de la limpieza, lo sabes, ¿no? —Ella baja la cabeza—. Papá estaría con nosotros, Afra. Él no hizo nada malo, y ellos nos lo arrebataron. Sé que es fácil caer en los encantos de los sobrenaturales, estamos en desventaja respecto a eso, pero tienes que mantenerte firme en tus creencias.

—Es... tengo miedo, Ania —admite, ladeando los labios.

—¿Miedo?

—No quiero que haya una guerra.

Suspiro y me acerco a ella, le pongo las manos sobre los hombros.

—Las guerras no ocurren porque las queramos, Afra, ocurren para corregir injusticias, para luchar por el más débil, para obtener libertad y poder.

—¿Y si te pasa algo, Ania? ¿Y si en una de esas batallas no vuelves?

—Habré muerto con honor, defendiendo tu libertad y tu futuro. —prometo—. Soy una soldado, Afra. Escogí este camino hace mucho tiempo.

Siento la mirada de Kern sobre mí y sacudo los hombros de mi hermana.

—Vamos, tenemos un largo camino de regreso.

#

La fogata arde, sus llamas ondeándose en el aire.

Hemos decidido acampar en una cueva cerca de las Villas costeñas, el clima se ha ido calentando a medida que avanzamos hacía el sur. A este ritmo, llegaremos mañana a las Ruinas de Grania y finalmente al Territorio humano. Espero que no hayan notado mi ausencia o me veré en grandes problemas con la líder.

Almas Perdidas III (La guerra)Where stories live. Discover now