PROLOGO

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Un rey tras otro

En un pueblo dentro de los límites del reino Aqare había aparecido un dragón que amenazaba con la seguridad de sus habitantes, este dragón estaba en búsqueda de tesoros preciosos para su colección, sus escamas llenas de monedas y objetos valiosos incrustadas segaban cuando el sol golpeaba en ellos. El dragón no había atacado en ningún momento, pero su sola presencia atemorizaba a las personas.

Un habitante algo respetado conocido por sus habilidades arqueológicas se llenó de valentía y se acercó para intervenir por el pueblo.

—Gran dragón rojo, en este pueblo he cavado cada una de las minas y cuevas, sus tierras no son tan ricas en oro u otros minerales preciosos los cuales coleccionas —. El dragón dejo salir fuego por sus fosas nasales en una respiración, el fuego no llego hasta el arqueólogo, pero su solo calor lo atemorizo.

—Puedo tratar de reunir todo lo que encuentre, pero no obtendrás mucho, puedo llevarte aun lugar donde obtendrás más, tan solo deja a este pequeño pueblo en paz —. El arqueólogo hablaba con fuerza y vigor, pero se aseguraba que su tono no irrespetara a aquella entidad voluptuosa, el dragón acepto su propuesta y dejo que el arqueólogo junto a su equipo excavara las cuevas de aquel pueblo en busca de lo que el deseaba.

La tecnología no era tan avanzada para excavar todo en unos pocos días, el dragón lo sabía, fue paciente y cada cierto tiempo visitaba el pueblo para ver el avance de la obra, tanto tiempo paso que el dragón y el arqueólogo comenzaban a formar una amistad. Todos en la cercanía sabían que había un dragón que visitaba con frecuencia aquel pueblo, aunque no era el único pueblo al que exigía tributos, era el pueblo donde ha pasado tanto tiempo y nadie se atrevía a ir allí más que sus propios habitantes.

—Es hora, llévame a ese lugar que me prometiste, sabes que yo no olvido —. Dijo el dragón cobrizo, el dragón imaginaba a donde el arqueólogo lo llevaría; en un principio no pensaba exigir que el arqueólogo cumpliera con llevarlo ya que con querer ir a ese lugar lo haría por su propio poder, pero más que el oro deseaba la aventura con su nuevo amigo el humano.

El dragón fue guiado hasta la ciudadela del reino de Aqare, dirigiéndose directamente hacia el castillo, la presencia de un dragón cobrizo en el reino nunca se había esperado, se había escuchado rumores, pero nunca se creyó ni se pensó que este arremetería contra el castillo. El dragón derribo la pared del salón del trono, este se encontraba en el segundo piso del castillo, los guardias quedaron paralizados por unos nano segundos atemorizados por la presencia del dragón, su mentalidad de guerrero los hizo entrar en razón, los guardias de vestimentas marrones se adelantaron en tomar la primera línea defensiva mientras que los de vestimentas azules rodearon al rey como muros humanos, todos con espadas en manos listo para una batalla a muerte.

El arqueólogo bajo del lomo del dragón, el dragón no hablo y se limitó a observar así que el arqueólogo con voz de victima expreso.

—Este dragón rojo anda en búsqueda de joyas preciosas, ha exigido a mi pueblo conseguirle, pero mi pueblo no tiene para suplirle, sino le suplimos seremos destruidos, por esa razón lo he guiado a hacia usted majestad, en busca de su ayuda lo he traído hacia aquí, aunque parezca lo contrario he venido en son de paz —. El rey hizo un ademan con las manos, los soldados bajaron las armas, pero no su guarida, el rey se creyó la actuación del arqueólogo y le respondió positivamente.

—Si es oro lo que el dragón necesita oro se le dará, sé que no se conformará con una pequeña cantidad así que le sedere una de mis minas —. El dragón soplo fuego por sus fosas nasales y luego con voz aguda bufo.

—No deseo una de tus minas, deseo todo el oro que poseas —. El rey suspiro tratando de no mostrar miedo ante el dragón y racionalizar con él.

—Debes entender gran dragón que si hago eso mi pueblo perecerá, la economía del reino caería y no podría sustentarse, ya es demasiado con ofrecer una de las minas del reino —. El dragón abrió sus mandíbulas, generando fuego en el centro de su boca quiso atacar, pero el arqueólogo meneo su cabeza de izquierda a derecha insinuando negación, el fuego desapareció, era como si el dragón entendiera al humano sin necesidad de decir nada. El dragón volvió a hablar.

Sangre de príncipe - AqareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora