Capítulo 1

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Me despierto al sentir a Hamlet, el gato, rasguñarme, le sonrío ya cansada.

— Vete— le pido

— Nunca me iré, no puedes deshacerte de mí de ninguna manera— me susurra y se va corriendo hacia la esquina de la habitación.

Cierro los ojos... quiero dormir... es lo más cercano que tengo la muerte... pero ellos... no me dejan...

Lloro en silencio, esta es mi agonía... mía... solo mía...

¿Por qué vivo aquí? ¿Qué hice para merecerlo?

— Las lágrimas jamás resuelven nada chiquilla... Por más que grites no nos iremos... siempre estaremos a tu lado, aun después de la muerte. Jamás te dejaremos, nunca podrás estar sola— dijo Rice, la serpiente, restregándose en sí mismo.

— No les hagas caso... Ellos son malos, pero yo no, yo soy tu amiga. Yo me iré siempre que quieras— dijo de pronto Celia

— No. Tú no. No me dejes nunca... eres la única que me defiende de ellos— apunte a Rice, que solo sonrió.

— Solo ríe, eso les molesta, vamos Alice, tu puedes— me dijo sonriendo. Yo también lo hice.

— Solo te quiero a ti...— susurre.

Se abrió la puerta, mi madre apareció, me sonrió, y yo lo hice a ella.

— Buenos días ¿Cómo estás?— preguntó con un nudo en la garganta. Se notaba en su voz, eso me puso triste.

— Dile que no nos iremos— me dijo Raicé.

— Responde Alicia— me ordeno Rice.

— No los oigas— me repitió Celia.

— Hazlo. ¡Habla!— me grito Rose.

— Solo di algo chiquilla— Me susurro Hamlet.

— ¡Contesta de una buena vez!— ladraron los perros, me asuste.

"Habla" "Responde chiquilla" "No los oigas" "Tonta responde" "No nos iremos" "No nos iremos" "Jamás te dejaremos sola"

Grito sin pensar.

— ¡Cállense! ¡Déjenme en paz!— grito y grito tratando de no oírlos.

— Alicia, hija no hagas eso— me ruega mi madre cuando comienzo a golpear mi cabeza.

Ella me toma por los hombros, y de repente las voces paran, la miro con lágrimas en los ojos.

— Mamá...— susurro— ayúdame— me lanzo a sus brazos estallando en llanto.

(...)

Me pase todo el día entre los brazos de mi mamá. Odio esto, no quiero verla llorar, no quiero que se desespere. No quiero lastimarla más.

Su mano acaricia mi cabello oscuro con suavidad, no digo nada, no hago nada... solo... quiero permanecer así... inexistente.

Hamlet ronronea a mi lado, solo muevo mis pupilas y lo miro.

Sonríe, mostrando esos colmillos tan afilados que me dan tanto miedo.

Sus ojos me miran expectantes, quiere que haga algo, pero yo quiero estar así, como una muñeca de trapo a la que deben moverla, peinarla, asearla, vestirla...

— ¿Te quedaras todo el día así? ¿Es que no sabes hacer nada más?— me provoca, pero no me importa.

— Déjala, solo es una perezosa. ¿Es que no te das cuenta de que no sirve para nada?— agrega Parce, el lobo.

— Solo es una inútil— sigue Rice

— Quiere que le hagan todo— dice de repente Malva, la araña, es la que más me asusta

Me estremezco, detesto verla.

— Que se vaya... Mamá abrázame— me aferro a ella.

— Ya cariño... ya se ira... concéntrate en mi— me toma por el mentón y me hace verla.

Cuando veo su sonrisa, ellos paran y Malva desaparece.

Vuelvo a recostarme en el regazo de mamá. Pero Rice no para de molestar con sus comentarios.

— Vamos pequeña, debes volver a tu habitación. — dice papá cargándome

Me lleva por los pasillos grises del psiquiátrico donde estoy condenada a vivir, miro hacia atrás y veo a mi madre.

Le sonrió y ella también lo hace.

Miro detrás de ella y veo a Rice y sus amigos ir detrás de nosotros.

Los ignoro y volteo.

Mi padre llega a mi habitación y abre la puerta, pero antes de entrar escuchamos un golpe.

Mi padre gira su cabeza para mirar y yo hago lo mismo.

— ¡Mamá! ¡Papá! ¡Por favor no me dejen aquí!— reconozco esa voz. Es Jennifer, una chica que sufre de Trastorno de Personalidad Múltiple. Es decir, ella no es solo una persona, son muchas en un solo cuerpo. Solo hable con ella una vez, fue en el comedor, cuando aún podía salir, pero Rice se encargó de hacer que eso ya no sea posible, atormentándome cada vez que iba allí.

Mi padre ignora los gritos de Jennifer y me deja sobre mi cama, mi habitación solo tiene una cama, un vidrío grueso a un lado de la habitación, es grande, cubre casi toda la pared, da hacia la habitación continua, allí estaba antes un chico que era suicida, pero una vez sus padres lo llevaron a pasear fuera de aquí, y entonces él tomo un arma y se disparó. Desde entonces nadie ocupa esa habitación.

Del otro lado también hay un vidrío, un chico ocupa ese lugar, lo miro, siempre está así, sentado en frente de su cama, abrazado a sus piernas mientras se balancea de adelante hacia atrás.

Mi padre besa mi frente y me dice que me verá mañana, yo solo le sonrío, sé que cumplirá su promesa. Mi madre también se despide y se va.

Me quedo sola en la habitación. Veo por una de las ventanas que tiene en frente, veo a Marisa, ella es la más "Feliz" de aquí, siempre sentada de rodillas cantando.

"Ahora mi mundo es Perfecto"

Frunció el ceño, ella siempre canta esa canción, bueno, esa frase, hace señas con las manos, ella también sufre de Esquizofrenia, pero la de ella es más leve, por los menos sus "amigos" no la insultan ni la maltratan como los míos.

Ahora se pone de pie y baila mientras canta.

Yo lo la miro.

Suspiro y giro para ver a Alan, el chico de al lado.

Me bajo de la cama y gateo hasta el vidrio que está hacia la izquierda, su habitación.

Golpeo un poco para llamar su atención, el solo gira sus pupilas hacia mí.

— Hola. ¿Estás solo?— sonrío.

El vuelve a mirar hacia adelante.

Vuelvo a golpear.

— Oye... Te estoy hablando a ti— insisto.

No me mira

— Ey. ¡Dime algo!— le vuelvo a insistir, pero de nuevo... Nada.

Suspiro y lo dejo, jamás ha hablado con nadie. Siempre está así, solo existiendo.

Siendo sincera, ni siquiera he visto que se pare, ni que mueva la cabeza, ni tampoco que duerma.

Parece un espectro.

Subo a mi cama y trato de dormirme, mañana quizás pase algo bueno en ese "Infierno".

¡Déjenme Sola! Por favor...Where stories live. Discover now