Voces.

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Juliett's POV

Desperté por una brisa fría que chocó contra mí, haciendo que un escalofrío recorriese todo mi cuerpo. Me incorporé con dificultad, porque estaba intentando que las mantas y sábanas no se deslizasen de mi torso; hacía frío. Suspiré y abrí ambos ojos, todo estaba oscuro. No era muy normal esta oscuridad, hoy había puesto mi alarma a las nueve y por entonces, dado a que es verano, ya sería de día. Pero... nunca dejé la ventana abierta. De hecho, ¿cuándo me fui a dormir? No recordaba nada de eso. El último recuerdo que tenía de ayer, era haber salido a comprar el pan.

Sacando de mi cabeza esos pensamientos, me levanté de la cama. Miré a mis pies. Éstos estaban descalzos y no llevaba pantalones, tan solo una camiseta gris que me cubría hasta la mitad de mis muslos. Me extrañaba haberme dormido con eso, siempre me abrigaba por las noches. Ya hiciese frío o calor, si no dormía así, no estaba cómoda. Cubrí parte de mi cuerpo con mis brazos y me dirigí a tientas hacia mi ventana. Estaba cerrada.

¿Entonces? ¿De dónde venía esa brisa? Esto estaba comenzando a molestarme. Fruncí el ceño y puse mi dedo índice en mis labios, estaban fríos y un poco cortados. No le dí demasiada importancia. Salí de la habitación y traté de encender la luz, cuando me dí cuenta de que el interruptor no estaba. Todo esto comenzaba a ser extraño. Estiré un poco mi camiseta, en ese transcurso, una voz del que parecía ser un chico joven y me era muy familiar se escuchó.

Sin dudarlo dos veces comencé a caminar, a tientas, del mismo modo que antes dado a que no veía nada. El frío continuaba, éste se hizo menos pesado al encontrar las escaleras. Supuse que cualquier otra ventana de la casa estaría abierta, y por esa razón el ambiente era así de fresco.

Bajé cuidadosamente las escaleras, a cada paso, había un poco más de luz, hasta que una gran sala con decoraciones rojas y doradas quedó iluminada. El estilo de ésta era vintage, los muebles tenían un aspecto un tanto anticuado y eran robustos. A mí me gustaban este tipo de decoraciones, sin los colores tan cargados, sin embargo no podía quejarme.

- ¡Mamá! No iba a dejarla ahí. - Chilló un chico, de voz particular. - Ahora ya está, cuando se despierte actúa normal. Y se agradable. ¡Y no hables de tu trabajo! - Refunfuñó éste, continúo nombrando una larga lista. -

¿Dónde estaría? Demonios.

Caminé hacia donde se escuchaba la voz, era una pequeña sala decorada al mismo estilo, solo que tenía colores en tonos más suaves y era mucho más relajante. Me planté ante el marco de la puerta, mordí mi labio inferior. Divisé a esa figura masculina que reconocería hasta a kilómetros de distancia; Liam. Estaba acompañado de una mujer, la cual debería ser su madre.

- H-hola. - Susurré, y el chico se giró. Recorrió mi cuerpo de arriba a bajo con su mirada. -

- ¡Jules! - Comentó él alegremente. Jules. ¿Ahora me llamaría así? - Sé que es extraño, pero puedo explicarte. Ven. - Enmarcó una cálida sonrisa y me tomó de los hombros. Se dió cuenta de que estaba congelada, así que sacó su chaqueta vaquera y me obligó a ponérmela. Me sonrojé. Esa chaqueta tenía su perfume, y era demasiado maravilloso. Me guió a uno de los sofás y se sentó a mi lado. - Bueno, Juliett. Antes que nada, ella es mi madre.

- Hola. - La señora Payne me dedicó una sonrisa idéntica a las que su hijo solía mostrar. Demonios, se parecían demasiado. - Bienvenida.

- En fin, ayer te encontré por la calle. Ibas en bicicleta y te diste un golpe increíble cuando te saludé. - Trató de contener la risa, y noté que su piel estaba contra la mía. Bajé la mirada. Su dedo índice estaba sobre mi muslo, casi en la rodilla. Justo donde estaba, había una herida. Abrí los ojos como platos, esa bendita herida era gigantesca y no la había notado antes. -

Y entonces... murió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora