Capítulo 1

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El viejo se preparó para emprender el viaje. A pesar de sus sesenta y ocho años, su condición física era envidiable. Aunque no llegaba a 1,80 de estatura, su contextura lo hacía ver imponente. Su vestimenta pulcra lo distinguía y su semblante aunque bastante sobrio, denotaba mucha determinación. Pero lo que más resaltaba era su cuerpo atlético. Tal vez por su entrenamiento de toda la vida, o quizás por la alimentación especial diseñada para él durante los últimos veinticinco años.

Le emocionaba mucho este viaje y no podía disimularlo, no quería tampoco, pero aunque lo pareciera, no era un simple viaje de turismo. Por tratarse de su retiro, le permitían según el reglamento, elegir el destino de su viaje. No dudó ni por un segundo su elección. De hecho, en más de una ocasión se vio tentado a realizar ese viaje sin autorización alguna, lo cual hubiera sido un desacato tremendo que podía poner en peligro la existencia misma de toda su división en la lucha contra el crimen organizado. El haber sentido más de una vez esta tentación, era extraño, siendo que él destacaba por su profesionalismo, pasión, y entrega en su trabajo, pero había motivos de sobra para realizar ese viaje en ese momento exacto. Esta vez, no sólo contaba con el permiso para hacerlos, sino que era más maduro y consciente de todo el peligro que había de echar por tierra el esfuerzo de décadas de su división y de todas las Fuerzas Armadas.

Había un ambiente de fiesta, pues era él el primero de su división en retirarse y había sido también el primero en realizar un viaje de ese tipo. Aunque, a decir verdad, su retiro se debía principalmente a que finalmente habían logrado acabar, luego de varias décadas, con la más grande organización criminal de todo Albanor. 

Habían sido décadas en las cuales había realizado infinidad de viajes. Casi todos dentro de Dinara, aunque uno que otro también hacia otras ciudades de Albanor. Fue tan ardua su labor durante esas décadas, que muchas veces esta organización lograba rápidamente deshacer lo que a ellos les había costado hacer meses, incluso años. Tan organizada estaba esa mafia conocida como the Shadow, que venía haciendo de las suyas en el país desde hacía décadas. Ahora, por fin la habían desmantelado. 

El viejo abordó la cabina. Todo el equipo aplaudía, pues era un gran acontecimiento. Muchos aseguraban que el anciano no volvería de este viaje. Y esto, a diferencia de en todas las ocasiones anteriores, no sería una mala noticia, Pues ya su labor estaba cumplida y si algo más ocurría que no estuviera en los planes, seguro sería para mejor.

Al llegar, observó la estación de trenes. Le pareció que fue ayer cuando por primera vez había estado ahí. Tantos recuerdos, recuerdos muy relevantes que marcaron su vida. Miró su reloj, volteó su cara hacia la derecha para observar al joven Armando entrando a la estación. Incluso sus ropas le causaron nostalgia, más aún el bolso de camouflage que era su único equipaje.

Había repasado en su mente todo el proceso durante las últimas semanas. A pesar de ser este su último viaje y siendo un premio más que una misión, se lo estaba tomando tanto o más en serio que todos los viajes que tuvo que hacer mientras combatía a the Shadow, teniendo en cuenta que en aquellos viajes, en sus misiones encomendadas por la Fuerza, su vida corría peligro a cada instante.

El viejo sabía exactamente lo que haría Armando, lo sabía de memoria. El destino del viaje del muchacho, el número del tren, de vagón, hasta el número del asiento que el joven ocuparía durante las próximas veinte horas.  

Lo siguió discretamente por todo el camino hacia el andén. Se detuvo en un punto y se ocultó tras un stand de comida rápida, el joven volteó intentando leer los anuncios de los horarios de los trenes. No vio al viejo, ni siquiera sabía que existía, no sospechaba siquiera que alguien le seguía. Armando parecía nervioso aunque no apresurado. Miró detenidamente los horarios, consultó su boleto, no se terminaba de aprender la información que había en él. El viejo se lo sabía todo de memoria.

Subió el muchacho al tren, se sentó y perdió su mirada a través de la ventana. Estaba totalmente sumido en sus pensamientos. Con la mirada perdida en el horizonte. El viejo observó fijamente al muchacho y en su mirada se notaba una emoción que el anciano trató inútilmente de disimular. El tren empezó a moverse y él continuaba en su viaje interno hasta que una voz le interrumpió.

-Todo va a estar bien- dijo el viejo.

Timeline (El Viajero)Where stories live. Discover now