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Ciertamente, mi vida parece haber llegado a alcanzar un agradable y perfecto equilibrio de la más reconfortante normalidad. Es decir, por un lado tengo a Harry, con quien las cosas están tal y como siempre: perfectas. Nos vemos una o dos veces a la semana, nos damos unos buenos polvos y continuamos nuestro camino. Y, por otro lado, tengo a Zayn, con quien, tras aquella discusión, seguida de nuestra especie de reconciliación, las cosas no pueden ir mejor. Y si bien al pelinegro le ha tocado entrar a una época más intensa de ensayos con su banda, siempre es capaz de hacerse un tiempo para ir a buscarme después del trabajo, visitarme en casa o sencillamente invitarme a hacer algo juntos en su departamento. La idea es simplemente pasar el rato. Y, honestamente, a estas alturas ya sentía que hemos conseguido entablar una buena amistad.

Es más, esta tarde ha sido otra de esas en las que he podido compartir con Zayn. Hoy, a pesar de estar cansado, se ofreció para que fuésemos a tomar un helado y ponernos al día. Conversamos, reímos, nos despejamos un rato de nuestras vidas y sencillamente disfrutamos de la compañía del otro. Es increíble cómo con él se me escapa el tiempo de las manos, y cómo antes de darme cuenta siquiera ya me estoy despidiendo de él en la heladería, mientras que él me ofrece repetidas veces llevarme a casa.

Rechazo su oferta. En ocasiones siento que abuso demasiado de su buena voluntad. Hoy prefiero caminar. Después de todo, tengo que desviarme a la farmacia para comprar unos cuantos medicamentos para mi abuela, y además, así mi amigo tendrá tiempo para descansar y prepararse para la gran cantidad de ensayos que se le vienen con su banda "One Direction".

Nos despedimos. Paso a la farmacia y continúo mi camino a casa. En eso estoy hasta que siento mi celular vibrando desde mi bolsillo. De inmediato contesto, creyendo que probablemente se trata de mi abuela.

-¿Hola? -saludo, acelerando un poco más el paso.

-Muñeca, dime, ¿Dónde es que te has estado escondiendo? Te he llamado durante un buen rato y ni siquiera me contestas... -incorrecto. Definitivamente, esa no es la voz de mi abuela.

Oh, Harry. Por supuesto que se trata de Harry.

-Oh... Lo siento, Harry, tenía el celular en silencio y acabo de revisarlo -me explico, restándole importancia-. ¿Qué ocurre?

-¿Te parece si nos vemos ahora?, ¿Estás libre? Todavía es temprano, sino podemos quedarnos en el hotel. Te diría que vinieras a mi departamento, pero estoy con Louis y dudo mucho que quiera salir hoy... -comienza a decir rápidamente. Escucho el sonido de unas llaves desde el otro lado de la línea. Supe que Harry ya asumía mi disponibilidad para él, erróneamente-. Y no te preocupes, mañana yo te llevo al trabajo.

Sí, la idea es tentadora, no lo niego, pero la verdad estoy agotada. Lo único que ansío era llegar a casa, meterme en la cama y dormir. No tengo las energías necesarias como para enfrentarme a él.

-Lo siento, Harry. Ya salí hoy y estoy cansada -confieso-. ¿Te parece si lo dejamos para el fin de semana?

No, no me sentía capaz de soportar la intensidad con la que suelen producirse mis encuentros con Harry.

-Mm... Sabes que se me está dificultando ser libre los fines de semana con todo esto de la banda -murmura complicado, y hasta diría que un tanto decepcionado, por mi rechazo.

-Oh... Cierto, tu banda -digo, y en mi memoria aparece la imagen de Zayn.

Mi mente parece unir ideas, enlazar engranajes... Me alarmo. Una teoría aparece en mi cerebro. ¿Será posible que...? No... ¿O sí?

-Harry -me atrevo a decir, intentando sonar lo más casual y natural que me es posible. Francamente no me funciona, tengo un puto nudo en la garganta que me impide hablar del todo bien-: ¿Cómo era que se llamaba tu banda?