IV

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Irrumpo empujando la puerta con una última fuerza. Esta casa está repleta de recuerdos fríos y serán, sin duda, más cálidos los caserones abandonados por el barrio, ocupados por ratas resignadas a esperar todo tipo de noche y a sucumbir a cada rayo solar, que la instabilidad glacial de mí ser, ahora, todo él dispuesto acostarse. Ejecuto dicha acción como un suicidio y, ya extendido, me entero de quien soy a cada esfuerzo por respirar, el pensamiento que atraviesa el tiempo es la transversal de un mundo parado. Celebro el pasado como lo único que tengo y el agujero en el pecho es vaciado por una angustia sencilla, la angustia de estar vivo. Pasan bailando por la cama las sombras de las moscas, y el espejo roto me devuelve como un azote a la realidad, como respuesta a mis miedos, pasa por mi faz: mi faz, y me frota la verdad, cruda, por la piel del espíritu. Las manchas de humidades, se revelan en cada tono indefinido, en todas ellas, y en ellas se revelan el rostro de ella. Va a ser larga la velada.

Del medio de las sabanas rescato el control remoto, de un solo disparo le doy vida al televisor. Encender la tele hoy equivale, salva la naturaleza material (o inmaterial tal vez), a encender un faso. Este me aparta de la realidad transformando el humo que se aprieta en el pecho en una dimensión más real de lo habitual. El otro propaga su ilusión mediante los arranques de noticias nocturnas, en las películas de aventura, los canales de historia y documentales y otras fantasías más o menos iguales. En fin, he decidido, muchos meses ya se han ido, por los delirios televisivos, son más eficaces en sus efectos de alienación.

Hay en la pantalla una bella mujer. Reposo el dedo a un costado del control ya cansado de apretar, nervioso, siempre el mismo (el que apunta para arriba) botón. Ella en el marco de un canal de supuestas realidades, habla de conceptos científicos, algo respecto a la metafísica del pensamiento, con un dejo de real ficción. Revuelve mi cabeza tras un ruido confuso de palabras, las imágenes y el movimiento de boca, y ya no sé ¿habrá, aparte de ese montón de palabras y ruidos, algo de verdad?...

ELLA- De acuerdo a las teorías de la física de hoy, que dan continuidad a la teoría de la relatividad de Einstein, el pensamiento en su materialidad, podría generar, e incluso trasladar, energía. Para entender cómo funciona ese fenómeno tenemos que partir de la premisa que el pensamiento en su composición física, posee una cantidad de masa en movimiento (prueba de esto son los gramos que uno pierde con el fallecimiento del cerebro). Lo que unos llamaron de alma, la ciencia prefiere llamarlo de actividad cerebral. Al mismo tiempo, si consideramos el movimiento de un acontecimiento psíquico rápido como la velocidad de la luz al cuadrado, cabría pensar en qué medida esa masa viajando a dicha velocidad podría transformarse en energía. Y sabiendo todavía que esa energía, como la luz, atraviesa un tiempo relativo, los científicos han llegado a la conclusión que existe una chance de que el pensamiento llegue a otros dominios tiempo espacial...

Sencillamente, eso es un divague, una pavada... nada más sombrío que una verdad con pretensiones absolutistas, tanto que me ensombrece el alma, o el pensamiento (tal como diría el poder de la ciencia en respuesta a lo sagrado). Y si no fuera por esa mujer, de tan rara belleza y tan semejante a la estética daliniana de su arte, ya hubiera cambiado de canal...

- Gracias por lo de bella... – Ella mirándome desde a dentro de la tele hacia dentro de mis ojos.

- ¿Será posible que hasta esta mujer de la tele sabe lo que pienso?

El Pensar de un PensamientoWhere stories live. Discover now