3. Málaga

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Cuando Raoul despertó, lo primero que vio fue la cara de Agoney durmiendo plácidamente a su lado. Sonrió, porque hacía tiempo que no veía aquella imagen al despertarse y la verdad es que lo echaba mucho de menos. Pero se le borró la sonrisa al recordar la noche anterior y lo mal que estaba Agoney.

Le dolía el pecho solo de imaginar como debía sentirse el chico, pero le dolía todavía más al pensar que Agoney no era consciente de lo mal que lo estaba pasando Raoul. Porque aquello era horrible, verle hecho mierda y saber que por mucho que lo intentara, no podía hacer nada para ayudarle.

Porque Agoney no quería. Estaba en un momento que, aunque sabía que se estaba hundiendo en la mierda, no quería que nadie le sacara de ahí. No quería que le tendieran la mano y le ayudaran a salir poco a poco. Quería estar mal. Quería tocar fondo y, durante un tiempo, no tener que pensar en nada.

Y Raoul, en parte, podía llegar a entenderlo. No había sentido nunca algo así, pero podía entenderlo, aunque le doliera. Y si no tuvieran ninguna responsabilidad, le daría el tiempo que necesitara hasta que volviera a pedirle ayuda. De hecho, el tiempo se lo estaba intentando dar, pero con la gira era imposible.

La gira era el principal problema. Agoney estaba en la mierda, pero cada noche se tenía que subir a un escenario y fingir que estaba bien. Y aquello era mucho más difícil de lo que alguien pudiera pensar. Después lo disfrutaba claro, al fin y al cabo lo que más le gustaba era cantar, estar con sus compañeros, sentir el calor del público. Pero le costaba.

Raoul se levantó de la cama intentando no despertar al otro chico y se fue al baño. Le apetecía darse una ducha, la verdad, pero no estaba en su habitación y además no quería arriesgarse a que Agoney despertara y se encontrara la cama vacía. Así que no tardó en volver a salir y meterse de nuevo en la cama.

Cogió el móvil y se puso a mirar sus redes sociales. Había mucha gente dándole las gracias por el discurso de la noche anterior, y había gente que, aunque estaba feliz por el discurso, no olvidaba el anterior concierto que había sido una decepción. Por lo menos no era hate en sí, eran críticas constructivas, o esa es la intención que parecía que tuvieran.

Pasó una media hora hasta que notó a Agoney moverse, y entonces dejó el móvil, un poco nervioso. No sabía cual sería su reacción al verle a su lado. La noche anterior había dicho que despertar a su lado era todo lo que deseaba, pero tambien estaba borracho, y quizá ahora había cambiado de opinion.

Sin embargo, cuando Agoney abrió los ojos y vio a Raoul ahí sentado, esbozó una sonrisa que hizo que el rubio se relajara un poco.

-Buenos días. –le dijo.

Agoney levantó un poco la cabeza y después la volvió a hundir en sus brazos, soltando un gruñido.

-¿Mucha resaca? –preguntó Raoul.

Se encogió de hombros.

-¿Qué haces aquí?

Raoul se tensó un poco, sopesando bien su respuesta.

-No quería que te despertaras solo.

-Si es por algo que dije anoche, no quiero dar pena.

-No es por eso. –frunció el ceño. –Yo también quería... despertarme a tu lado.

La cara de Agoney se iluminó, aunque intentó camuflarlo tapándose con las sábanas.

-Ayer... Bueno, ¿dije algo?

-¿Algo de qué? –preguntó Raoul.

-Recuerdo casi todo pero no... no exactamente todo lo que dije.

We Are Never Ever Getting Back TogetherWhere stories live. Discover now