Fuego y Tierra [Zuko x OC]

Capítulo 9: Honestidad

Los rayos de sol de la mañana chocaban con increíble jubilo, tanto que era casi imposible imaginar la tormenta que había asechado la noche. La maestra tierra no había dormido ni un instante, pero no era impedimento para demostrar renovadas fuerzas y un curioso buen humor. Ya había cambiado las vendas del General y sanado sus heridas nuevamente, comprobando que estaban en muy buen estado, así que se concentró en preparar algo de té para ofrecerle al mayor mientras esperaba que Zuko trajera algo para cocinar.

-¿Qué tal pasaste la tormenta anoche con mi sobrino?- pregunta el general debido a la ausencia nocturna de ambos, logrando descolocar a la pelirroja.

-¿A qué se refiere exactamente?- pudo apenas articular, gracias a la acumulación de sangre en sus mejillas, logrando que estuviese a punto de tirar el agua hirviendo.

El mayor solo se limito a dejar escapar una risilla casi escupiendo el té que le había recién servido la chica en el intento.

-Es muy cruel de su parte que se burle de mi- le reprochó divertida.

-Yo solo quería saber porque mi sobrino estaba un poco menos amargado que de costumbre- señaló dándole un largo sorbo a su bebida y saboreando su cálido sabor.

La maestra tomó una bocanada de aire, sabiendo que probablemente se arrepentiría de lo siguiente.

-Al fin se lo confesé. Quiero decir, no anoche, antes... de encontrarnos con usted.

El ex general se sorprendió ante su anuncio, pues había perdido la esperanza de que la pelirroja hiciera aquello.

- ¡¿De verdad?! ¿Qué pasó? ¿Cómo se lo dijiste? ¿Cuándo? ¿Qué dijo...?- el hombre estaba a mil por hora, y soltó un millón de preguntas en el corto lapso de un segundo, él quería saberlo todo.

-B-bueno- balbuceó la morena con una risa nerviosa y rascando su coronilla incomoda -s-se lo dije, pero aun no me ha dado su respuesta- contestó mordiéndose el labio -aunque...- dejó al aire, recordando lo de anoche y logrando que su cara se enrojeciera.

-¿Aunque?- clamó ansioso por saber.

-Aunque... le dije que esperaría, sin presiones.

-Mi sobrino sería realmente un tonto si te responde que no, querida.

-No diga eso- rio dulcemente -anoche realmente tuvo una crisis- explicó, haciendo una mueca, en un fallido intento de desviar el tema -pero por suerte creo que está mejor.

-Tu siempre has sido la paz en su tormenta- le confesó tranquilamente, mientras revolvía con cuidado la taza en sus manos -por eso sería un tonto si realmente te pierde por la inestabilidad emocional por la que está pasando.

Záthura se sintió alagada y a la vez avergonzada, no creía ciertas sus palabras.

-Aunque él me rechace pretendo estar a su lado, siempre- declaró mientras miraba melancólica su reflejo en el humeante contenido de su taza.

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-¿Qué haremos ahora?- dejó la pregunta al aire, expectante ante el incierto futuro de los tres.

El mayor y la pelirroja miraron al príncipe, esperando alguna respuesta de su parte, pero se mantuvo quieto, realmente, ni él sabía que quería.

-Por ahora... pienso que debemos ir a algún pueblo a buscar provisiones. Y allí veremos que hacer- señaló sensato el anciano en vista del silencio.

-Bien- aceptó la pelirroja sin mayor problema, dirigiendo su mirada al castaño, intentando comprender qué diría.

Zuko meditó unos segundos, sin embargo, seguía perdido, desde hace tiempo que estaba perdido.