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En el siglo XIV, una joven llamada Morgana descubre que es una bruja. En una época de injusticias y desigualdades, Morgana tendrá que conseguir sobrevivir, pero ante todo, tendrá que proteger al príncipe Jacob para evitar que este sea asesinado...
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En Morland: Tiempos de Magia, el lector se transporta a una clase de ucronía: la historia se desarrolla en nuestro mundo, pero está ambientada en el siglo XIV, en plena Alta Edad Media, cuando la Inquisición (y por ende, la caza de brujas) todavía pisaban con fuerza en todos los rincones de Europa.
¿Por qué una ucronía, entonces? Morland, la tierra de la magia, es un pequeño continente inventado, actualmente sumergido bajo el mar, al más puro estilo legendario de la Atlántida. Una isla —que, según el mapa diseñado con esmero por la misma autora, se deja entrever del tamaño de Gran Bretaña—, en la que el rey de Cálinor, uno de los tres reinos que comparten la tierra, un buen día decidió instaurar un centro educativo en el que los jóvenes, campesinos y nobles por igual, pudiesen recibir instrucción. El mismo rey envía a sus dos hijos a esta suerte de escuela, para demostrar su buena voluntad para con su pueblo.
Es aquí donde conocemos a Morgana, una pobre campesina que resulta tener el don de la magia, cosa que esconde con celo de todo el mundo, por miedo a represalias en contra de su estatus de hechicera. Allí, en sus clases, ella conoce a Jacob, el príncipe heredero, y a su audaz hermana menor, la princesa Alicia, un personaje de lo más carismático.
Entre lances y percances, Morgana se enamora de Jacob. Y Jacob de Morgana. Su amor está destinado a las sombras y al olvido, no solo por la insalvable diferencia social entre ellos, sino también porque él está prometido en enlace político a la fría y hermosa princesa de Líberian, Hilda.
Morgana, Alicia y Jacob, junto a Ed, el hijo de un herrero y amigo y compañero de clases, se verán envueltos en el ojo de un huracán que busca desestabilizar el reino de Cálinor. Una guerra silenciosa en la que lucharán la magia blanca y negra y el amor y el compañerismo enfrentarán una dura prueba de traiciones, hechizos y dobles intenciones.
Quien haya leído a Laura Gallego y disfrute de sus escritos, encontrará en Morland momentos altamente deleitables. La obra es un buen exponente de historias mágicas, juveniles y llenas de aventuras variadas. Y lo más importante: aquí no hay ninguna delicada princesa que espera pacientemente a ser auxiliada, sino un príncipe a quien se debe salvar de las garras de un misterio oculto que lo amenaza desde las sombras.
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