Capítulo 1: Skin

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—Bésame -le pedí-. Bésame, por favor. Sólo bésame.

Yo estaba recargada en la pared, observando sus ojos y rogándole con la mirada que me hiciera caso. Él tenía su mano derecha en la pared. Me miraba desafiante, y yo cada vez moría un poco más por dentro. Su mirada era fulminante. Estaba concentrado, decidido, esperando a cazar. Bajó la mirada y subió su mano izquierda al mismo ritmo que su mirada desde mi cintura hasta mis clavículas. Me acerqué un poco hacia él, pero él me empujó un poco con uno o dos dedos. Mi respiración se entrecortaba. Acarició mi cuello y luego lo besó. Eran besos pequeños, besos tiernos, besos que nunca había conocido. Hizo un camino hasta mi mandíbula y pude sentir cómo sonreía. Me dio un beso en la frente.

—Por favor no..

Y entonces me besó en los labios. Pude sentir que el tiempo se escapaba entre mis manos, y a la vez todo permanecía estático. Así me hacía sentir él. Sólo él.

De pronto me desperté. No había sido un sueño, sino un recuerdo. Había pasado mucho tiempo desde que mi mente seguía repitieno esas escenas una y otra vez, y sinceramente no me cansaría, pero empezaba a dolerme cada vez más. Pero no me importaba, quería seguirlo soñando. No quería olvidarlo nunca. Quería que su escencia se quedara conmigo. Me aferraba a esos recuerdos como me aferraba a su sweater, con su aroma. Su deliciosa, hipnotizante aroma. 

Las gotas de la lluvia seguían tocando mi ventana, y a su vez mi corazón. Lo necesitaba ahí.

Después de unos minutos en silencio viendo hacia el piso me levanté y me cambié. Fui directo a la cocina a prepararme un té y al acabármelo tomé mi mochila y me fui. Estábamos de vacaciones en la universidad, y eso era una bendición, así que no desaprovecharía el tiempo. Salí y me fui en transporte público a un parque que no quedaba muy lejos de donde yo vivía, pero sí lo necesario. A veces uno necesita estar lejos de su área de confort; salir a ver qué más hay.

En el camino fui observando a la gente, como de costumbre. Estaban muy enfocados haciendo lo que hacían; nada. No hacían absolutamente nada. Me pregunté qué pasaría por sus mentes. Al cabo de un rato el metro llegó a donde yo tenía que bajar. Me dirigí al parque, pero lo encontré cerrado. Supuse que estarían arreglándolo. Pensé en ir a una cafetería, pues hacía un poco de frío -estaríamos a unos 8ºC-. Llegué y ordené un té caliente, pues no existe límite de consumo. Nunca tienes demasiado té en tu vida.

Me quedé leyendo, y encontré algo que una vez me había dicho Christian;

"I wrote the story myself. It's about a girl who lost her reputation and never missed it."

—Ésto suena a ti.

Sacudí mi cabeza para tratar de despejar mi mente. No funcionó.

—¿De qué manera?

—Así eres cuando estás conmigo. Apesar de que eres esa dulce criatura que calla las cosas y que cree ocultar otras, esa niña reservada, así eres cuando estás conmigo.

—No lo creo. Quizás es sólo que contigo puedo ser quien soy.

—Quizás.

Y la culpa me estaba comiendo viva. Debí de haber hecho más por él, no sé, de haberlo intentado. Pero no lo hice.

Me enojé conmigo misma, me decepcioné y me harté, me eché toda la culpa a mí misma sobre lo que había pasado. No quería ver a nadie, ni hacer nada mas que saltar de un puente o llorar, o gritar, o correr.. huír. Recogí todas mis cosas y salí de la cafetería tan rápido posible como si mi vida dependiera de ello. Huír.. —me seguía repitiendo— huír. Sí.

BreathlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora