Capítulo 3: Dark

31 3 2
                                    

Nota: Hola :) uh, sólo quería decirles que todo lo siguiente es parte del "pasado", no es la continuación directa, por así decir, del segundo capítulo "Lost".

- - - - - - - - - - - - -

Los dos íbamos por una parte de la carretera, andando en bicicleta. Tú ibas grabando. Ibas grabando el camino, ibas grabándome. Estabas grabando momentos que no volverían nunca, y yo iba sonriendo, riéndome, diciendo tonterías; respondiéndote, en realidad.

Bajamos de la bicicleta, y yo te reté a que me alcanzaras. Lo hiciste. Me alcanzaste, me tomaste de la cintura y me diste un beso en mi mejilla derecha, estando atrás de mí.

Cerré mis ojos y toqué delicadamente ésa parte de mi mejilla para volver a sentirlo. No lo sentí. Lo único que sentí fue un sabor ligeramente salado pasar por mis labios. Recuerdo haber estado preguntándome en silencio si es que estaba en el cielo, pero aún estando en la tierra, vivos, con sangre corriendo por nuestras venas, era como si estuviera en el cielo. Tú eras mi cielo.

Lo recordé y tomé un cigarro, lo puse entre mis labios y lo prendí. Recordé que a ti no te gustaba que yo fumara, o que alguien más lo hiciera, pues te parecía una pérdida y una tontería en varios aspectos que, sinceramente, ahora no quería tener en mente. También recordé que a mí tampoco me gustaba fumar, pero ahora mismo todas esas cosas simplemente se disipaban. Ya no tenía sentido, así que seguí fumando. Deseaba poder inhalar tu aroma, tan dulce y a la vez tan fresca, pero lo único que inhalaba era el humo del cigarro.

Por otro lado, lo más probable es que estarías riéndote de mí. ¿Aún recordarías aquella vez en la que te respondí que fumar no era sano? Já. De pronto sentí que se apagó el cigarro, y por un momento pensé que habías sido tú, porque sonaba cuerdo, porque sería cuerdo tratándose de ti, pero en realidad sólo había sido yo. Cansada, suspiré profundamente y le eché un vistazo a las estrellas. Sonreí para mis adentros.

Ojalá yo hubiera podido protegerte así como tú lo hiciste la primera vez que nos vimos, así como también lo seguiste haciendo siempre.

Tres años atrás..

Ahí estaba, parada frente a la parada del autobus, con la ligera esperanza de que pasara alguien, quien fuera, pero que alguien pasara. Las calles estaban oscuras, vacías, frías. Usualmente me gustaba que así se viera la ciudad a estas horas, pero definitivamente éste no era el caso. Así no.

Esperé, y esperé, pero nadie nunca pasó. Me resigné y empecé a caminar. De lejos vi una figura borrosa, parecía estar acercándose, pues cada vez lo veía más claro. Era un hombre. Sentí un escalofrío. Entre más se acercaba más indefenso me parecía. Se veía perdido y confundido, quizás incluso más que yo. Su mirada apuntaba al suelo, y hasta en su sombra se veía distante, eso lo podía ver hasta pasada de copas. Por un momento me pregunté qué pasaría por su mente, y más que nada por qué estaría aquí a estas horas, y solo. Sacudí la cabeza y continué mi camino.

-Hola, hermosa.

Voltée rápido, pero no había nadie, ni siquiera el chico distante.

-¿Qué haces aquí, y tan sola?

Pensé que mi mente me estaría engañando por el alcohol que me habían obligado a tomar en la fiesta. Caminé sin voltear atrás.

-Creo que te hablé

La voz masculina sonaba cada vez más gruesa, casi molesta.

Sentí que me detuve, pero no fui yo. Yo no lo provoqué. Algo o alguien acarició mi brazo, pero no sabía con exactitud qué era. Estaba muy tomada para notarlo.

-Acércate, -susurró alguien a mi oído- prometo que te gustará.

Frío corrió por mi piel, y aún asustada voltée a ver qué era lo que sucedía.

Era un hombre, parado atrás de mí, tocando mi brazo y haciendo un camino hasta mi hombro, sintiendo mi piel desnuda. Con su otra mano tocó mi espalda, y yo le grité que no me tocara, le grité que se fuera, pero no se detuvo. No se fue. Grité, pataleé y traté de pegarle, pero nada funcionaba. La voz cada vez se escuchaba más cerca. Sentí su aliento en mi cuello. Sentí su barba contra mi piel. Lloré.

-Déjeme en paz, por favor, y no levantaré cargos.

Sólo se río. Le pegué en el pecho, y él con coraje me acercó hacia él. Me repugnaba. Pedí en silencio que algo pasara, que alguien me ayudara, o que él se rindiera.. y pronto.

-¡Ayuda! -grité sollozando- ¡Ayúdenme, por favor!

Mi voz se debilitaba mientras que sus manos recorrían mis piernas y mi espalda. Empezaba a rendirme involuntariamente, pues no tenía muchas fuerzas. De lejos vi una figura borrosa, y entre más se acercaba más indefenso me parecía. Le susurré que me ayudara, y después me dejé caer.

BreathlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora