Capítulo 6

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Una vez en mi habitación, dejé al reloj contar el tiempo mientras yo esperaba.

Alguna parte de mí se ocupaba de pensar cómo diablos había llegado a la situación de estar apostando con el que hace menos de un mes ocupaba el puesto de "Enemigo n° 1" en mi cabeza. Algo me decía no era la misma persona que tiempo atrás, pero a la misma vez, me decía que continuaba siendo la misma persona y eso me comía la cabeza porque era una contradicción en toda regla, y nunca había sido especialmente buena resolviendo su significado. Algo me impulsaba a querer luchar más fuerte, correr más rápido, y al mismo tiempo a quedarme todo el tiempo posible. Y a todo esto se sumaba el hecho de que esto me hacía ser una traidora a los mismos que se convirtieron en mi familia. Como si las muertes de todos mis compañeros por la causa a lo largo de todos estos años a manos de los Líderes y sus seguidores no significase nada para mí.
Soy idiota, eso está claro al menos.

Observé el dibujo que yacía debajo de mis manos, que me hizo querer propinarle un puñetazo a la cama. Y lo hice.

En el maltrecho trozo de papel se reflejaba el comedor lleno de mi gente, y en un rincón de la esquina superior se apreciaba a cuatro rebeldes sonriendo, uno de ellos lanzándole un trozo de pan al otro. Y ese rebelde no era otra persona mas que yo, lanzándole el trozo de pan a Slyther en la cabeza por volver a llamarme enana. El último trozo de pan que le volvería a lanzar, en la fría mañana en la que partiríamos a dar lo que suponíamos que era el golpe maestro.

La última mañana que pasé con mis amigos, donde todavía tenía la esperanza de un mundo mejor, donde podía luchar por lo que creía y tenía amigos que me cubrían la espalda y me levantaban si me caía. ¿Era demasiado tarde para recuperar todo eso? ¿Para volver atrás?

Aparté la mirada de la hoja, la arrugué y con fuerza la tiré a la pared.

Y ahí tenía la respuesta, esa hoja de papel que fue arrojada contra una pared y con su último aliento, cayó y rezó que alguien la atrapase antes de darse cuenta que estaba tirada en el suelo, era exactamente yo.  Me levanté y recogí la bola. Y la volví a lanzar contra la pared con un grito frustrado.

-Alguien está con su periodo.

Me volví, y con su típica pose arrogante, estaba Alec.

-No me cruces los cables-Le advertí. Él alzó las manos como un modo de decir que no haría nada y a continuación dijo:

-Entonces, ¿Puedo saber cuando obtengo mi reverencia? Te recuerdo que todavía sigo siendo de la familia real.

-Si esperas que muestre mis respetos hacía ti, puedes esperar hasta que tus huesos hayan sido devorado por gusanos.

Profirió una carcajada y se encogió de hombros.

-Entonces quizás debería decirle a estas damas que se vayan y dejarte aquí en vez de trasladarte

-¿Trasladarme? ¿Dónde? ¿Qué?

Me asomé a la puerta y vi a tres muchachas cargando lo que parecían pesados baúles, y al verme, se inclinaron. Alcé una ceja en dirección a Alec, quien me dio una sonrisa divertida.

-Resulta que matar personas es normal, pero que alguien te haga una reverencia te descoloca. Eres rara, ¿lo sabías? Coge lo que necesites: Te estás cambiando de habitación a la planta real.

-Uno, prefiero matar a que me maten. Dos, si yo soy rara...¿Entonces podemos declarar que tu perteneces a otra galaxia, señor Oh me creo genial solo porque tuve la suerte de nacer heredero de un territorio que se cae a pedazos? Y tercero, ¿Real te refieres como a la familia real?

Run awayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora