02 | ¿Fantasma?

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A todas luces, lo que en esos momentos me pasaba no estaba en ninguna categoría de "normalidad", porque ver y hablar con el fantasma de tu mejor amiga no es normal, en lo absoluto, y para restarle relevancia yo estaba dispuesta a seguir ignorando su presencia o lo que sea que mis ojos veían, buscando que, tal vez así, ella me dejara tranquila.

Las dos semanas siguientes continué dudando sobre mi salud mental.

En realidad, llevaba dudando sobre mi salud mental desde que nací.

—¡Oh, por favor! ¿Cuánto tiempo vas a seguir ignorándome?

—Hasta que desaparezcas.

—¿Quieres que desaparezca realmente?

—Quiero tranquilidad.

Hillary expulsó un suspiro antes de contestar.

—Alguien como yo jamás podría darte tranquilidad inclusive después de muerta.

No supe qué responder así que sólo enfoqué mi mirada en los ejercicios que el docente de matemáticas nos había ordenado resolver mientras él se mantenía al tanto de la sección deportiva de su periódico.

Pero lo que ese brillante y para nada espeluznante fantasma dijo no se alejaba de la verdad. Jamás conocí tranquilidad con ella.

Hillary Montero tuvo la capacidad de hacerme sentir cómoda incluso en espacios que no pertenecían a mi ambiente usual.

—Lamento interrumpirlo, profesor. —se anunció una voz masculina que reconocí perfectamente.

Alcé mis ojos y me encontré con la silueta de un hombre a quien conocía más de lo que me gustaría admitir.

Todos los alumnos empezaron a murmurar luego de escucharlo, él no pareció incomodarse, se mostraba calmado, incluso las miradas que recibió le fueron indiferentes, pero conmigo no pasaba lo mismo, al menos no cuando escuchaba esas cuatro palabras:

Él era su hermano.

—Elián Montero. —lo saludó el profesor luego de caminar hacia él y estirarle la mano.

Elián era el segundo hermano mayor de Hillary, es decir, el hijo de en medio. Desapareció luego del funeral, rechazó la única llamada que le hice, haciéndome considerar la probabilidad de nunca más volver a verlo; sin embargo, aquella posibilidad quedó descartada al tenerlo ante mí y verlo convertido en algo muy similar a lo que su hermana era en mi vida: Un fantasma más.

Parecía cansado, sus ojeras resaltaban en medio de su piel blanca, tenía la camisa color crema arremangada hasta la mitad de los antebrazos y sus manos guardadas en los bolsillos de sus pantalones negros, dejando a la vista sólo el reloj que siempre llevaba en la muñeca izquierda, el cual había sido un regalo de su hermana.

Mi escaneo visual se detuvo de golpe cuando mis ojos negros se chocaron con sus iris verdes. Bajo ninguna circunstancia me quitó la mirada de encima, dándome un indicio sobre el motivo por el que estaba parado en medio de la puerta de mi salón.

—Hillary Montero fue una de las mejores estudiantes que he tenido a lo largo de toda mi carrera como profesor. De verdad, lo siento mucho. —expresó el hombre canoso, atrayendo la melancolía nuevamente.

—Se lo agradezco.

—¿En qué puedo ayudarte, Elián?

—Necesito que una estudiante venga a mi oficina.

—¿De quién se trata?

—Estela Ferreira.

Mis ojos retomaron el contacto con los suyos.

EL FANTASMA DE HILLARYWhere stories live. Discover now