capitulo 4

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POV Rose


—Buenos días—escucho al Espíritu susurrarme al oído cuando ya despierto.


—Buenos días—le respondo incorporándome en la cama—cielos, parece que hacía calor en la noche porque estoy toda sudada, tengo que ducharme.


Me levanto de la cama y en el momento que me quité la bata de dormir siento como si alguien me estuviera mirando fijamente lo que me dió vergüenza.


Cuando entro a la ducha trato de imaginarme que él no está aquí pero es imposible porque siento esa mirada sobre mí pero me gusta que me éste observando.


Al terminar bajo a preparar el desayuno, huevos revueltos con pan tostado—sería genial que yo pudiera sentir tu cuerpo ¿sabes?—le digo al Espíritu.


—Si quieres sentirme dejaré que lo hagas entonces—me contesta y al instante percibo una presencia a mi lado.


—Impresionante.


—¿Con quién rayos hablas?—dice mi padre entrando a la cocina

espantandome.


—Ehh


—¿Eh?, que ¿me tienes miedo?


—N-no.


—Bien, permiteme llevarle esto a tu madre.


—Claro.


Sirve en un plato los huevos revueltos y el pan para luego llevárselos al cuarto de mi madre—eso estuvo cerca—digo con alivio después que él se fue.


—Hoy es viernes, ¿irás a la fiesta?—pregunta el Espíritu.


—No lose, quizás si vas conmigo.


—Iré contigo a donde quiera que vayas aunque no quieras que este cerca no te dejaré—expresa y mi corazón da un vuelco.


—Gracias—le tiro un beso al aire y ahí llega mi padre otra vez.


—Realmente creo que te estas quedando loca ¿no lo crees?


—Tal vez—articulo—si el supiera—susurro.


—¿Qué dijiste?


—Es muy probable que este loca

—digo sonriendo lo que parece que le sorprendió.


Termino mi desayuno en silencio junto con mi padre y viene a mi mente lo que el hizo ayer—sobre lo de ayer...—comienzo hablar para ver que dirá al respecto.


—Lo siento, tengo que irme al trabajo hablamos después—dice levantándose de su asiento.


—Pero...—hace como que no me escuchó y se fue.


—Mejor voy haber como esta mi madre.


Llevo mi plato al fregadero y voy hacia la habitación de mi madre—mamá, ¿cómo estas?—le pregunto en cuanto entro.


—Mucho mejor porque estas aquí—expresa sonriendo y yo le devuelvo la sonrisa sentándome en la silla junto a la cama.


—¿Ya no te duele?


—Solo un poco pero estaré bien.


—Umm, tu...¿no piensas denunciarlo?


—No serviría de nada porque recuerda que su familia es muy adinerada y su abuela no me creería.


—Eso es un hecho que no te creería pero aún así me parece que debes hacerlo.


—No Rose, como ya te dije no serviria...


—De nada ya lo se—la interrumpo—pero que, ¿dejarlo así para que vuelva hacer lo mismo?


No me contesta, yo suspiro de cansancio

y siento al Espíritu tomar mi mano y apretarla como si me dijera de alguna manera que me calme.


—Si tu no haces nada, yo sí—digo parándome de mi asiento.


—Rose, ¡Rose!


—¿Qué?


—Si lo haces te acabaran.


—Correré el riesgo—manifiesto saliendo del cuarto decidida con esto.


—Vámonos Espíritu.


Tomo las llaves del auto y salgo rumbo  la estación de policias.

El chico invisible que vive en mi casaWhere stories live. Discover now