Capítulo 15: sable o espada.

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Capítulo 15: sable o espada.

¿Alguna vez has estado a punto de. morir?.

Muchas personas pueden decir que no, que su vida ha sido muy tranquila.

Mientras que otras personas dirán que han pisado la muerte en una o varias ocasiones.

Yo puedo decir que he estado a punto de morir cuando me dispararon.

Pise la muerte, y le gane.

Ahora.

Me están ahogando, estoy de nuevo a punto de morir.

Y no me asusta.

Tampoco es que quisiera morir o que estuviera luchando por sobrevivir.

Tal vez quería morir.

O tal vez sabía que el señor amargado no me haría nada.

Y en eso la mano que evitaba que el aire llegará a mi cuerpo desapareció y un brazo rodeo mi cintura sacándome del agua.

Abrí los ojos calmadamente.

Y encontré en el rostro del engreído una mezcla de confusión, enfado y molestia.

—¿Que hiciste?—pregunto molesto.

¿Molestó? Él era el que intento asesinarme.

—Eso lo debería preguntar yo— Quite su brazos bruscamente alejándome.

—Era una prueba.

—¿Ahogarme era una prueba?

—Ver cómo actuabas bajo presión.

—No te gusto como actúe por lo visto— dije con ironía mientras me acercaba a él.

—Pense que habías muerto ¿Por qué dejaste de luchar?—se acercó también, cortando la distancia que todavía nos separaba.

—Sabia que no querías matarme.

—¿Y que tal si hubiese querido hacerlo?

—Hubiese luchado y el ahogado serías tú.

Me aleje de él.

Y salí del río.

Pero antes de desaparecer escuché su voz de nuevo.

—Esto apenas empieza— me gire para darle la cara de nuevo.

—Lo se.

Al llegar a mi habitación me di un baño.

O bueno, otro.

Me cambié y me puse un vestido blanco de manga larga.

No tenía nada que hacer, y nunca fuy de las que se quedaba sin hacer nada.

Salí y camine hasta el despacho de Pamela, intenté abrirlo pero estaba cerrado.

—¿Por qué lo cerraste Pamela?—pensé en voz alta.

—¿Que haces?—El amargado inoportuno interrumpió.

—No es tu problema.

—Yo creo que sí niñita.

—Pues crees mal idiota.

—Respeta a tus mayores niña.

—¿No se te ocurre nada más original que niñita?

—Eso eres, una niña que todavia debe creer en adas y unicornios.

—Si, siempre soñe con quitarles la cabeza y colgarlas en mi habitación pero me tendré que conformar contigo.

El secreto de Idris y Tristán Where stories live. Discover now