Capítulo 26: De tal rosa, tal espina.

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Capítulo 26: De tal rosa, tal espina.

Idris

—¿Sabes con quién estás hablando? Con Idris Brangwen, la dueña de la organización más importante del país, así que no intentes jugar conmigo— Lance el bolígrafo al escritorio mientras me levantaba.

—Claro que sí— El tipo bajó la cabeza.

—Entonces no quieras engañarme, sabes cómo resuelvo las cosas — me ajuste el anillo que llevaba.

—Prometo pagarle todo lo que debo— dijo tragando salida.

Suspire.

—¿Crees que nací ayer? Te informo que eso pasó hace 27 años y medio — me senté en mi silla de nuevo— Y todo lo que logré, te aseguro no fue siendo considerada.

—Le prometo que le pagaré en un mes, solo tengo que concretar unos …

—¿Cuántas personas tienes en tu organización? ¿Mil? Con las cuales te presentas como amo y señor. Me preguntó qué pensarían si te ven tan doblegado en mi presencia— dije con una leve sonrisa.

—Solo pido un pequeño plazo.

— 2 semanas y no lo hago por ti— le dije seria —lo hago por tu hijo, sería muy desagradable que creciera sin padre— algo de lo cual no me gustaría ser responsable.

—Muchas gracias — dijo con un tono desdeñoso.

—2 semanas, no más — le recordé mirándolo fijamente — si no cumples, desafortunadamente agregaré otra muerte a mi lista, ahora lárgate.

Salió sin decir más y me quedé sumida en un total silencio, observando los libros de mi despachó, el escritorio blanco, el sillón rojo.

Minutos después una presencia llenó el lugar.

—Tan hermosa y letal como siempre— una voz gruesa y profunda llegó a mí, tan familiar, tan reconfortante.

—¿Cómo puedes deducir que soy letal por verme sentada tras un escritorio? — pregunté mientras se acercaba.

—Pues eres la definición de letal, llevo años viéndolo, como ordenas, como proteges, como actúas sin pestañear y aunque no lo hubiese visto, eres del tipo de mujer que lleva un cartel de "No acercarse, peligro" en la frente — me reí mientras tomaba mi mentón y me besaba.

—No pertenezco a ningún tipo, lo sabes perfectamente, Sage.

—Claro que lo sé. — Respondió sentándose en el borde del escritorio — Recibí una llamada, de nuevo hubo revuelta en el norte, estaba pensando en ir yo mismo a solucionarlo.

—Te dije que era más fácil desaparecerlos.

—¿Tú no eres la que dice que nada de muertes?

Sentí sus dedos en mi brazo.

—Cuando llevan la B de Brangwen, cuando son parte de mi organización, cuando están bajo mi poder, cuando saben que soy su autoridad, cuándo yo he prometido protegerlos. Los demás no me interesan, lo sabes — dije mientras me levantaba.

—Bueno, estaba pensando en ir— ignoró mi regaño.

—¿Cuál irá? ¿El bueno o el malo? — pregunté acercándome a él.

—El que sí parece esposo de la mujer fría y dura que tengo al frente — solté una risa muy cerca de su oído y me alejé de golpe.

—No recuerdo que lo seas— dije con una sonrisa de lado, y de la nada estaba entre el librero y su cuerpo.

El secreto de Idris y Tristán Where stories live. Discover now