Capítulo 24: Apuñalados por la espalda.

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Capítulo 24: Apuñalados por la espalda.

Idris

¿Cómo es posible que una decisión cambie radicalmente tu vida en segundos?

Al día siguiente era el cumpleaños de Manuel, seguía en la casa, extrañamente seguía, aunque desde la pelea entre él y Sage solo habíamos hablado unas dos o tres veces.

Tuvo mucha influencia el hecho de que a los días tuviéramos que salir a una misión, recuperar un arsenal de armas que le habían robado a alguna organización amiga.

La cual estábamos terminando hoy.

—Idris, avanza.

La mano de Sage me empujo ligeramente por la espalda, caminamos discretamente hasta el siguiente muro, está vez él se había posicionado más cerca de la puerta, asomándose ligeramente.

—No veo a nadie—susurró, su voz sonaba ligeramente agitada, después de correr para llegar era entendible.

—Señor, se vio movimiento fuera de la puerta trasera— un hombre informo.

—Joder, seguro son los Brangwen, ya saben que hacer, no los dejen entrar— ordenó Flores, el líder.

Un apellido muy peculiar para su cargo, pero muy tarde esa orden.

Escuchamos varios pasos, todo iba de acuerdo al plan.

—Salimos a la cuenta de tres— me informó Sage, acomodo el rifle, y me puse en posición, el amargado empezó el conteo para salir — 3 ... 2 ... 1…

Sage iba primero, en posición, ligeramente inclinado y con la pistola empuñada en caso de tener que usarla.

En la habitación no había nadie, pero algo extraño estaba sucediendo.

—Sage, algo anda mal— él giró el rostro para negarlo.

—Todo va de acuerdo al plan, deben estar afuera con el grupo de Rice— la carnada.

—Te estoy diciendo que algo no me cuadra— le reafirme

—Sigamos— él guardó su arma y se agachó para abrir un baúl, en el que deberían estar la armas robadas, pero no estaban.

—No están— dijo lo obvio.

—No lo había visto, genio.

Él me miró resentido y se levantó para decirme:

—Espera aquí, iré a la siguiente habitación— No.

—La regla era no separarnos, estamos en territorio enemigo y en desventaja obviamente, no cambies los planes.

—No pasará nada, ya vengo— salió y yo solo pude girarme tratando de no bajar la guardia.

Sentía que me estaban observando, sentía ojos en mi cuello, pero me giraba y no había nadie, una pequeña brisa hizo temblar mis piernas, había algo mal.

El sonido de un arma me hizo girar por instinto, esperando que fuera Sage.

Unos ojos verdes me esperaban en su lugar, con un rifle apuntando a mi cabeza.

—Baja el arma, y manos a la cabeza— me ordenó el chico. Lo hacía y me mataban o no lo hacía y me mataban.

Podía amenazar, uno a uno, los dos con la misma arma técnicamente, estábamos en igualdad de circunstancias, pero el mismo sonido llegó de nuevo y la presencia de otra arma apuntando a mi cabeza me hizo reconsiderar.

Este tipo era más fuerte, sin chiste, pero sin piedad en sus ojos, su mirada era sumamente dura.

Otros tres llegaron, pero estos se quedaron atrás, apuntando en mi dirección.

El secreto de Idris y Tristán Donde viven las historias. Descúbrelo ahora