Kiss 💋

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A Katsuki siempre le parecía asqueroso que sus padres se besaran frente a él, lo peor es que su madre parecía torturarlo con eso.

Beso de despedida. Beso de bienvenida. Beso cuando el viejo estab distraído. Beso nomas por que si. Beso por que estab aburridos. Beso si miraban la tele. Beso. Beso. Beso.

A veces hacía muecas de asco y soniditos como si quisiese vomitar, lo que hacía reír a sus padre.

–Ya quiero verte cuando te enamores de alguien, enano. A ver si es cierto que tanto asco te dan los besos– burlona, su madre siempre decía aquello.

Pero él estaba seguro que no quería nada de eso. Todas las niñas de su escuela eran feas y molestas. A sus cortos seis años había decidido que no quería novia, mucho menos quería besos.

O eso era hasta que un niño nuevo llegó a su clase.

–Hola. M-mi nombre es Izuku Midoriya.

El chiquillo tenía unos redondos ojos verdes, eran demaciado bonitos y su cara llena de pecas que resaltaban con el carmesí de su sonrojo, consecuencia de hablar frente al grupo.

–Bien hecho, Izuku-kun. Al lado de Katsuki-kun hay un lugar libre ¿por qué no vas a hacer amigos?– inclinada a su altura, la maestra le dedicó una sonrisa e Izuku obedeció.

El pequeño peliverde tomó asiente en el único asiento vacío, junto a un niño de lindos ojos rojos.

–¿Tú eres Kasuki?– preguntó avergonzado, siendo sinceros, el pequeño no era muy bueno haciendo amigos.

–No. Mi nombre es Katsuki, no Kasuki– corrigió.

Desde ese día, el pequeño peliverde se convirtió en un pequeño chicle. Pues no había día que se despegará de Katsuki y con el tiempo, el pequeño Bakugo también se acostumbro a él, formando un vínculo amistad. Por suerte resultó que vivian en la misma cuadra, por lo que se frecuentaban mucho más seguido.

–Bruja ¿por qué le das tantos besos a papá? Es asqueroso– preguntó un día el niño mientras miraba a su mamá cocinar.

–Los besos se les la persona que te gusta y que quieres mucho. Yo quiero mucho a tu papá y también me gusta– respondió la mujer entre risas.

El pequeño quedó pensativo, así que decidió volver a soltar otra de sus dudas.

–¿Como sabes que te gusta y lo quieres?

–Pues...– dejó de menear la olla y pensó una manera fácil de explicarle al niño lo inexplicable –siento que mi corazón late más rápido cuando lo miro y cuando lo beso, además de que le ayudaría en todo, eso es querer a alguien. Cuidarlo, protegerlo, siempre estar para esa persona.

Y el niño pareció haber entendido, pues no hizo más preguntas. No en voz alta por lo menos.

Minutos después la rubia terminó de cocinar, sirvió las platos y mandó a su pequeño demonio a traer a su padre, quien sin decir más, salió corriendo hasta el estudio de su padre. Lo cual le pareció raro a Mitsuki ya que el enano era bastante griton cuando le mandaban.

La familia se sentó a comer junta y una vez terminaron, Katsuki pidió permiso para ir a jugar con su amigo Deku (apodo que le dio por no saber escribir su nombre muy bien).

Mitsuki aceptó, tener al demonio fuera le serviría para limpiar y tener tiempo libre. Así que sin más, se encaminaron a la casa de su ahora amiga, Inko.

Al llegar fueron recibidos por una joven mujer peliverde con radiante sonrisa y en cuanto se abrió la puerta, el rubio enano entró corriendo a la casa como si le perteneciera, buscando a Izuku subió las escaleras hasta dar con la habitación del pecoso. Pues conocía ya bien esa casa.

–¡Kacchan!– exclamó el niño cuando Bakugo entró a su cuarto y de inmediato corrió a abrazarlo, Izuku amaba que Katsuki fuera a jugar con él y aun que no lo admita, a Katsuki igual, pues ambos al ser hijos únicos se aburrían al estar solos en su casa. Así que al conocerse y frecuentarse fue un consuelo para ambos.

–Oye Deku ¿tu mamá le da besos a tu papá?– preguntó de repente mientras jugaban.

–Pues... casi no miramos a papá– respondió avergonzado, pues si llegó a ver a sus padres dándose un beso, pero de inmediato se había tapado los ojos.

–¿Sabes por qué se dan besos?

–Mamá dijo que solo son para las personas que quieres mucho?

–Deku ¿Tú me quieres?

–S-si– avergonzado y totalmente rojo contestó, mientras jugaba con los dedos de sus manos.

Entonces el pequeño Bakugo sonrió, y sin pensarlo más tomó a Deku de las mejillas y se acercó a su rostro, hasta chocar sus labios en un tierno e inexperto beso que apenas fue un pico.

–¡¿Kacchan?!

–Ssshh...– mando callar al peco poniendo una mano sobre su boca –yo también te quiero Deku, así que podemos darnos un beso de vez en cuando.

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