When I Was Your Man ── Quackity

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Niños emocionados, familias felices y decoraciones por todos lados es lo que veía a través del vidrio de la cafetería en la que me encontraba. De fondo se escuchaban villancicos navideños, ya era esa época del año, esa época en la que la felicidad debería abundar sobre todo, pero para mí ya no era así.

Bebía mi chocolate caliente, sin ningún apuro, aun viendo a la gente caminar frente el lugar, hasta que sentí un toque en mi hombro que me hizo voltear inmediatamente.

- ¿Puedo sentarme acá? - Dijo el chico de ojos claros dándome media sonrisa.

Era Karl. No lo veía desde hace bastante tiempo y habíamos perdido contacto... Así como no sabía nada de ___, no sabía de él, mucho menos de los demás chicos. Me había alejado de redes y de todos ellos completamente.

- Adelante - Dije devolviéndole la misma media sonrisa.

[...]

Karl y yo estuvimos hablando por bastante tiempo sobre cómo habían estado nuestras vidas, sin mencionar las de nuestros amigos, se sentía como si jamás nos hubiéramos alejado.

- Alex... - Dijo Karl mientras yo ponía atención a la pareja que iba pasando. Se les veía tan felices, al verlos solo podía pensar en ___, en qué sería de nosotros si no hubiera actuado como un idiota y hubiera aceptado mis sentimientos a tiempo, y como si Karl hubiera leído mis pensamientos, mencionó por primera vez su nombre en todo el rato - ¿Has hablado con ___ durante este tiempo? - Escuchar su nombre me hacía sentir un dolor en mi pecho, mi corazón se rompía un poco al escucharlo.

- No, yo... - Solté un suspiro antes de hablar - No he vuelto a hablar con ella desde, bueno, tú sabes - Voltee mi mirada antes de que Karl viera como mis ojos se humedecían al recordar a la chica e imaginar todo el dolor por el que la hice pasar.

- Sí... - Dijo Karl bajando la mirada.

- Karl - Dije y este subió la mirada para verme - Tú... Le entregaste las cartas que te mandaba para ella, ¿verdad? 

Durante varios meses escribí cartas para ___, cartas que le mandaba a Karl para que se las entregara, ya que yo no sabía dónde localizarla. Incluso aprovechaba para escribirle a él muy brevemente, aunque nunca obtuve respuesta y sinceramente no la esperaba, ya que no me la merecía. Pero al final de todo, él era mi mejor amigo, y claro, ahora la persona más cercana a ella, y sabía que él haría lo posible para encontrar el momento para dárselas. Yo confiaba en él.

Pero Karl no tuvo la reacción que me esperaba. Ante mi pregunta, el chico se puso pálido, volteó su mirada a otro lado y empezó a jugar con sus manos de una manera no tan discreta. A pesar del tiempo sin vernos, conocía a Karl mucho más de lo que incluso él pensaba, y por alguna razón, tenía el presentimiento de que ocultaba algo.

- Sí, claro, se las entregué en su momento... - Dijo aun sin darme una sola mirada.

Minutos de silencio se hicieron presentes, el ambiente se ponía un poco incómodo en nuestra mesa, hasta que él volvió hablar.

- Sabes, ella pasó por muchas cosas desde que te fuiste. La dejaste destrozada cuando ella jamás merecía todo ese sufrimiento - Se notaba el coraje en las palabras de Karl - Ella, a pesar de todo lo que habías hecho...

- Karl... - Intenté parar al chico, no quería seguir hablando más sobre ella, no sobre esos momentos que intentaba superar.

- A pesar de todo el mal rato que tuvo que pasar por ti...

- Basta Karl... - Dije intentándolo parar nuevamente, ahora con un tono más alto que el anterior. Sentía las miradas de los demás sobre nosotros.

- A pesar de todo el sufrimiento que pasó por tu culpa, ella te sigue...

- ¡Mierda Karl, te dije que basta! - Grité con lágrimas ya presentes en mis ojos. En sus ojos se reflejaba enojo, dolor.

La gente del lugar se nos quedó viendo, muchos murmurando entre ellos. Karl solo me miró seriamente para posteriormente levantarse de su lugar dispuesto a irse de la cafetería, pero antes volteó nuevamente a mí.

- Ella se presentará en unas semanas acá, será el primer concierto de su tour, por si eso te interesa - Dijo para finalmente salir del lugar sin voltear atrás, dejándome nuevamente solo en la mesa, llorando desfrenadamente y pensando en todo lo que había dicho el chico de ojos claros.