insatiable, toji fushiguro

ii

- ¿Tendré el placer de visitar tu casa está noche, Emma? - Dijo sin vergüenza alguna. Ella asintió frenéticamente. - Entonces no perdamos el tiempo, preciosa. Será un placer.

Se dirigieron hacia el Honda negro de la chica, quién se cambió de calzado a unas deportivas que llevaba en su coche para poder conducir. Sin embargo, no fue tarea fácil. Entre el alcohol y las caricias de Toji, se le dificultaba bastante. Notaba su gran mano colarse entre sus muslos y la dejó allí, quieta, durante unos segundos. Comenzó a ir hacia arriba, rozando la intimidad de la fémina, sintiendo el calor que emanaba. Estaba ansioso, ella también. Le temblaban las mano, que aferraba al volante en un intento de disimularlo. Sus labios picaban por el anhelo de besar al apuesto hombre que, sin saber cómo, se había fijado en ella. Llegaron al departamento de Emma, quién bajó atropelladamente del coche, dejando allí todas sus pertenencias, y abrió la puerta. En cuanto ambos hubieron entrado, Toji la arrinconó contra la puerta y estampó sus labios contra los rojos de la chica. Fogoso, rudo y extremadamente sensual. Esas son las palabras perfectas para describirlo. Ella intentaba seguir ese ritmo tan desenfrenado, pero le era casi imposible. Se quitó las deportivas como pudo, dejándolas allí en la entrada de manera desorganizada. Toji, quién se separó, se quitó la camiseta negra, dejando su fornido pecho al desnudo. Emma sentía como si acabara de ver el cielo. Se pegó rápidamente a él, quién la levantó poniendo las manos en sus glúteos, pegándola a su cadera. Emma rodeó la misma con sus piernas, intentando reducir al mínimo la distancia entre ambos, si es que aún quedaba. El más alto la llevó hacia la cocina, donde la sentó en la isla.

- Quítate esa mierda - espetó, refiriéndose al vestido.

Ella no tardó más de tres segundos en deshacerse de él y, como no, Fushiguro comenzó a besar todo su cuerpo desnudo. Ella tiró su cuerpo hacia atrás, apoyando su espalda desnuda en el frío mármol.

- Joder... - Emma sentía que iba a explotar. Realmente se sentía muy bien.

El azabache iba besando cada vez más y más abajo mientras se deshacía de sus pantalones. Cuando llegó hasta su pelvis, rompió el tanga negro que cubría aquello que tanto anhelaba. Emma se incorporó, besando los labios del hombre, dándole permiso para entrar y, sin previo aviso, hundió sus dedos en los muslos de la misma y entró en su vagina de golpe. Emma soltó un chillido. Era grande y dolía, vaya que si dolía. Aruñó gran espalda del hombre, que ni siquiera se detuvo para que ella pudiera acostumbrarse. Sin embargo, ese dolor muy pronto se transformó en una ola de placer. La chica sentía que ni siquiera podía hablar, solo soltaba gemidos por doquier mientras el hombre la poseía y marcaba su cuello con moraduras que no se irían hasta dentro de unos dos días.

Entraba y salía con rudeza, como si quisiera romper a la chica. El agarre en sus muslos dolía, esas manos fuertes los estrujaban como si no fuera nada; Sus mordidas en el cuello y clavículas eran fuertes y emanaban un sentimiento de posesividad enorme. Emma lo estaba disfrutando como nunca, ella quería que ese hombre la tuviera así siempre, hasta el fin de sus días. Sentía como rozaba su cuello uterino, y aquello le encantaba.

- ¿Te importa si lo hago dentro?

- No. Hazlo, por favor - dijo con un hilo de voz.

El hombre aumentó la velocidad de aquella estocada, tan rudas como deliciosas. Cuando se corrió, dio un par de estocadas finales para, por fin, salir. Emma intentaba recuperar su respiración, mientras sentía el cálido líquido blanco chorrear, manchando sus muslos. Cuando hizo ademán de bajarse, Toji no se lo permitió.

- Aún no hemos acabado, princesa.

Se arrodilló ante ella, entre sus piernas, y metió dos de sus largos dedos de golpe. Con el pulgar, comenzó a estimular su hinchado clítoris. La chica sentía que en cualquier momento se desmayaría de placer.

- Háblame. Ni siquiera me has dicho si te ha gustado.

- Sí, sí. Mucho. Me ha encantado. - Hizo una pausa. Intentaba calmar su respiración, pero le era imposible con esos tres dedos jugando con su coño a su antojo. - Sigue así, por favor. No te detengas...

- No es mi intención - rió.

- Suena un poco estúpido, pero... - su propio gemido la calló cuando Toji quitó su mano y metió la cabeza entre sus piernas, devorando todo su ser.

- Adelante, sigue - habló, a penas separándose, para volver a introducir su lengua.

- ¿Podríamos... podríamos repetir esto más veces? - dijo, con la poca voz que le quedaba. Se estremeció ante la risa de Toji tan pegada a su vagina, haciéndola temblar.

- Por supuesto que sí - se separó para mirala y se pasó la mano por la boca, limpiándose. Siguió con su cometido.

Al cabo de unos dos minutos, Emma acabó corriéndose en la boca de Toji.

Jadeaba y respiraba aceleradamente, así que su pecho - ahora cubierto por su sujetador - subiera y bajara de manera arrítmica. Aún estaba subida a la isla de su cocina y observaba como Toji cogía un paquete de Pringles de la despensa.

- ¿No crees que es mi turno, muñeca? - Habló mientras comía. Él rio al ver su cara de confusión. - Te dejaré descansar, bonita. Eres demasiado... -buscaba la palabra - inexperta para tanto.

Ella se bajó de la isla de un salto, sintió como le temblaban las piernas y tuvo que agarrarse al mármol.

- No. Yo puedo aguantar más, de verdad...

- Está bien.

A Emma le sorprendió la facilidad con la que accedió, mientras que a Toji le complació que funcionara lo que le había dicho. Él recostó la espalda en la nevera y le hizo un gesto para que se acercara. Ella obedeció. Fue bajando los pantalones del hombre poco a poco, al igual que su ropa interior. Sabía el tamaño que tenía, por supuesto. No había parado de pensar en él desde la primera vez que estuvo dentro suya. Sin embargo, tenerlo delante, frente a tu cara, es muy diferente. - Haz que se levante. Después, ya sabes lo que tienes que hacer, ¿cierto? - Emma asintió -. Eso es. Eres una chica muy buena. - Le acarició la mejilla. Esto duraría para largo.

Holaaa :))

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