iv

703 58 21
                                    

Ya había empezado septiembre, y eso significaba que Emma debía volver a la rutina universitaria. Septiembre era como un espacio en blanco: el inicio de volver a madrugar y estudiar sin parar. Era el último escalón antes del mejor mes y, por supuesto, la mejor estación. Octubre y el otoño eran los tiempos favoritos de Emma. Un día de lluvia, café y cualquier libro o un capítulo de gilmore girls. Por no hablar de Halloween

Eran las ocho de la mañana y la chica se fue a la ducha, dejando a Toji dormido en la cama. No iba a despertarlo para nada, sabía que no le gustaba nada madrugar. 

Sentía los chorros de agua hirviendo divagar por todo su cuerpo. Sus músculos se destensaban y terminaban de despertarla. Comenzó a enjabonarse el cabello cuando sintió una mano posarse sobre su cintura. Ahogó un grito, pero al ver a Toji, solo pudo sonrojarse.

— Eres una malcriada, Emma. — Se metió con ella en la ducha —. Deberías haberme avisado que ibas a bañarte. Hay que ahorrar agua y, además, ¿cómo pensabas lavarte la espalda?

— Toji, no tengo tiempo ahora.

Sin embargo, su lenguaje corporal decía todo lo contrario.

— ¿Estás segura?

Toji depositó un beso en el cuello de la chica. Sus piernas comenzaron a temblar y cogió aire pesadamente.

— Por completo.

— Está bien.

Entonces él se dio la vuelta y comenzó a enjabonarse el cabello. De repente Emma sintió un repentino frío en la cintura donde antes estaba la mano del hombre. Se giró, y la decepcionó ver que no había insistido ni un poquito.

— ¿Toji? — Posó su mano en su gran espalda.

— Es lo que has querido, ahora no me busques.

¿De verdad se había picado por eso?

Abrazó al hombre y pasó sus manos al rededor de su fornido abdomen, delineando cada cuadrito que se formaba. Bajó un poco más hasta tocar la base de una creciente erección.

— Venga ya, te estás poniendo duro. ¿No te apetece insistir ni siquiera un poco?

— No.

Emma lo rodeó y se puso delante de él. Como respuesta, clavó su mirada en la de ella, lo que la achantó un poco. No obstante, ella se dio la vuelta y apoyó los brazos en la pared de ducha. Se apartó el pelo para que pudiera ver su espalda.

— ¿Me ayudas a limpiarme la espalda? Es que no llego.

— Serás malnacida.

Nada más acabó de pronunciar esas palabras, se deslizó dentro de Emma.

— Joder, Toji... — a penas podía hablar. Todavía no estaba preparada.

— Relájate un poco. Es lo que te has ganado.

Sus gemidos empañaban aún más la cristalera y los gruñidos de él hacían eco por toda la habitación. Bajó una de sus manos hacía el clítoris de la chica y comenzó a presionarlo de manera intermitente. Con la otra mano, la cogió del pelo y le estiró hasta pegar su propio pecho con la espalda de ella.

— Toji, como sigas así...

— Hazlo. Después te limpiaré a mano. — susurró justo en su oreja, para después dejar un rastro de besos en el cuello y hombro de la chica mientras mordía su clavícula.

Sus besos, el movimiento de sus caderas y sus dedos mimando su clítoris fue lo que la hicieron derretirse ante él. Nada más tuvo su primer orgasmo, le dio la vuelta y la sostuvo en sus brazos. Estampó su espalda contra la pared y sus manos apretaban sus muslos de manera que estaba ahí, suspendida en el aire, mientras Toji le comía el coño. Podría pasarse horas ahí con él.

— Toji, creo que te quiero.

— No.

Siempre era su respuesta. Seca y radical, no tenía nada más que decir. Le comería el coño, arrasaría con su nevera y se iria a por otra. Ni siquiera tenía la certeza de que fuera a dormir en su casa esta noche. Pero eso no importara, porque estaba ahí cuando necesitaba desfogarse, y la dejaba rendida. Justo lo que necesitaba.

Su lengua se abría paso entre los pliegues de la chica como si hubiera estado ahí un millar de veces. Emitía gruñidos guturales mientras apretaba más aún su agarre en los muslos de la chica.

— ¡Joder, Toji! — su segundo orgasmo llegó, y agarró los hombros del hombre, arañandolos por completo. Él seguía lamiendo para no desperdiciar ni una gota de los jugos de su chica.

— Eso es. Gánate el primer puesto.

La soltó con delicadeza y la pegó a él, con una mano en su trasero y la otra en su mejilla.

— Toji...

— No lo digas.

— Sé que soy tu favorita. — Dijo, mientras paseaba su mano de arriba a abajo en el pecho del hombre —. Estoy segura.

— Tengo que irme, Ems.

Le dio un beso fugaz y se comenzó a vestir en el baño, dejando a Emma en la ducha, observando cada uno de sus movimientos.

— ¿Por qué te da tanto miedo el amor?

— Te hace débil y dependiente.

— Algún día te obligaré a ver comedias románticas.

— ¿Acaso quieres torturarme? — La miró juguetón durante un segundo.

Ella rio en respuesta.

— Quiero tenerte para mí, y que tú me tengas. Tú y yo, nadie más. Te presentaría a mis padres y tendríamos un gato juntos.

— Me agobias de imaginarlo.

— Venga ya, Toji. Sé cómo es la mirada de un enamorado. — Salió de la ducha, desnuda y mojada, y acunó la cara del hombre.

— Ah, ¿sí? ¿Cómo es?

— La que me das cada día. Sé que con Natasha solo es sexo, te da dinero, y te vas. Nada más. Conmigo es diferente.

— No hables con ninguna de las demás,  Emma. — Su tono se volvió serio.

— Eso debería decirte yo, ¿no crees?

Él suspiró pesadamente y apartó la cara de las manos de la chica.

— Ya son casi las nueve, deberías ir conectándote a tu clase.

— Quiero conectarme contigo.

Aprovechó la breve mirada del azabache para robarle un largo e intenso beso.

— Ems...

— Te lo diré ahora y siempre: creo que te quiero.

Silencio. Tampoco hubo respuesta, solo le dio un beso en la frente y se fue.





































ha sido un poco meloso al final porque es febrero y viva san valentin!!!! en fin, voten y siganme para más

insatiable, toji fushiguroWhere stories live. Discover now