iii

2.1K 103 49
                                    

— Buenos días, preciosa

Toji estaba semidesnudo, únicamente con una toalla sujetada a su cadera. Se encontraba en la cocina cocinando tortitas.

— Para quien los tenga — respondió Emma, sentándose en la mesa a duras penas. El azabache soltó una risita.

— Me pasé demasiado anoche, ¿no?

Cuando terminó de hacer la última, la puso en el plato y apagó los fogones. Se acercó hacia Emma y le dio un beso en el pelo mientras la abrazaba por la espalda.

— Demasiado ni siquiera describe lo que hiciste — lo miraba haciendo un puchero mientras que acariciaba los fornidos brazos que la rodeaban.

— Exagerada — rio —. Anda, come un poco. Sabes que te encanta todo lo que te hago — le dio un pequeño apretón en el muslo y comenzó a besar su cuello. Emma, sin embargo, comenzó a comer.

— Están deliciosas.

— Ya compartes algo con ellas — pasó dos de sus dedos por la intimidad de Emma a través de las bragas —. Estás realmente buena — dejó un mordisco en su cuello y se fue a servirse su plato. Emma casi se atraganta.

— Toji, me acabo de despertar. Son las ocho de la mañana — le dijo con una sonrisa cuando notó que él comía con una mano puesta en el muslo de ella.

— ¿Y qué? Nunca es mala hora para follarte.

Emma tuvo que cruzar las piernas. No entendía el porqué, pero este hombre la encendía tanto con tan solo unas palabras.

— Ahora mismo, sí. Tengo que unirme a la clase en media hora y aún estoy así — le dio un beso breve y se fue al baño a darse una ducha.

Sin embargo, a Toji se le formó una gran sonrisa al escuchar que su princesa estaría en casa y con una clase entera que podría escucharlos. Decidió comenzar a prepararlo todo. Se dirigió hacia el estudio de Emma y conectó su ordenador portátil al wifi. Le dejó el portátil abierto y encendió una vela de vainilla de las que ella tenía en la mesa. También abrió las cortinas y le sacó la silla de debajo del escritorio. Se notaba que la muchacha venía de una familia de dinero.

— ¿Toji? — entró a la habitación y lo vio allí —. ¿Qué haces?

— He pensado que te podría ayudar a estudiar, así que ya lo tienes todo preparado.

— Eres un cielo — se tuvo que poner de puntillas para dejar un beso en sus suaves labios —. Siempre que no estés en una cama, claro. O en un coche, una cocina... bueno. Gracias, Toji.

— No hay de qué, princesa. ¿Puedo quedarme?

— Oh, sí, claro. En cuanto termine voy contigo.

Se puso los auriculares y se concentró en su portátil. El escritorio daba de espaldas a la puerta, así que ella no podía saber cuando entraba y salía. Toji se quedó ahí parado mientras se recostaba en la pared. Prefería esperar a que empezara la clase, sería mucho más divertido.

Vio que puso un código y comenzaron a salir varias cámaras (la mayoría estaban apagadas, pero comenzaban a activarse) en la pantalla. Toji esperó unos diez minutos para entrar en acción y, cuando vio que la clase ya seguía un ritmo normal, fue a cuclillas hasta el escritorio de la chica. Ella le dirigió una mirada con el ceño fruncido, expresando su desconcierto. Él le guiñó un ojo.

— Emma, te agradecería que tomaras nota como el resto de tus compañeros en vez de estar mirando a cualquier otro lado.

La chica enrojeció y rápidamente se enganchó de nuevo al hilo de la clase, ignorando lo que sea que Toji quisiera hacer. Sin embargo, el siguió con su cometido. Se posó debajo del escritorio y comenzó a besar los muslos de la chica. Ella llevaba una camiseta, sí, pero su parte de abajo eran unos pantalones cortos de pijama. Emma tuvo que morderse el labio para contenerse. Su letra, cursiva y hermosa, ahora tenía algún que otro resbalón debido a que su pulso flaqueaba. Sintió que rozaba intencionadamente la nariz contra su intimidad.

insatiable, toji fushiguroOn viuen les histories. Descobreix ara