CAPITULO 56

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Pov: Christopher

Sus palabras hacen eco en mí. Eriza toda mi piel, y la opresión en mi pecho aparece, por unos minutos no puedo ni moverme.

— Atenea si esto es una puta broma, parala ya...— es lo único que puedo decir.

No la bajo pero si me enderezo un poco a modo de quedar sentado, ella enciende la luz de la mesita de noche, puedo ver mejor la prueba de embarazo.

Embajada 2-3 semanas.

— No, no es una broma, me hice otras cuatro en la tarde y todas salieron positivas— sus ojos se cristalizan— Mi amor si tu no...

— ¡Cállate joder claro que lo quiero! — casi grito y la tomo su nuca, la beso desesperado, tratando de que se dé cuenta lo feliz que me siento.

Empieza a llorar, le lleno de besos su cara y bajo las hasta llegar a su vientre acariciándolo.

— Tengo miedo Chris...— murmura.

Le aparto el cabello de su cara para que me vea.

— No tienes porque nena, ni tu ni mis hijos deben por que tener miedo— sentencio.

Ella llora más, yo admiro su vientre plano ansiando por que crezca. Me infla el puto ego saber que pude preñarla esa noche se la fiesta, el saber que mi corrida ocasionó que tenga a otra parte de mi legado dentro de ella me pone la pone dura.

Ella siente como mi erección se le pega a su culo y se comienza a refregar, sin duda estas hormonas serán lo mejor en todo el embarazo.

Ella se echa hacia atrás acomodándose con un sentón que se la deja toda adentro y me hace volver a girar pasando el brazo bajo su cuello liberando los empellones que la ponen a gemir contra mis labios mientras su coño recibe el miembro que entra y sale de ella, clavándola, follandola como me gusta.

— Dilo— le exijo— Dime que me amas Atenea.

Sus movimientos pélvicos se sincronizan con mis embates y mi cabeza se vuelve un lío con las descargas que me recorren la polla estando dentro de ella quien tiene las rodillas separadas, las tetas afuera y sujetando mi nuca con una fuerza que concentra el éxtasis que nos recorre a los dos.

— Te amo mi amor — gimotea y muevo las manos a su culo apretujándolo mientras me la cojo. Mi glande se desliza y mis testículos se contraen queriendo liberar lo que tengo adentro.

— Dámelo tú también— me pide ahora ella en medio de jadeos— Dímelo, Christopher...

Queda nuevamente sobre mí y clava la mano en mi clavícula cabalgándome, ondeando las caderas, dándome una vista que me hace tragar grueso y termino reafirmando sus caderas en busca de la llegada que me toma varios minutos.

— Dímelo.

Ella gime y yo jadeo mientras no deja de montarme como una hembra en celo, la cual se satisface con mi polla de una manera que la hace agitar las caderas sobre mí.

— Joder te amo Atenea— habló entre dientes— Te amo demasiado.

Soba con más fuerza metiéndose hasta el último centímetro logrando que levante la pelvis con la descarga que desata y me hace apretarle el culo llenándola de lo mío.

Se deja caer sobre mí y trata de calmar su respiración. Me quedo abrazándola hasta que caigo en cuenta de algo.

— Atenea ¿no lo lastimamos?

— No...— sé que está agotada pero quizás lo hicimos.

— ¿Estás segura? ¿No sientes dolor?

Siempre fuiste túWhere stories live. Discover now