Capítulo 7

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En los entrenamientos intensivos con su padre, Viviana recordaba uno en el que tuvo que correr hasta que sus piernas la hicieron desfallecer. Claro que ahora era distinto, cuando la amenaza le saludaba con una mirada y su cuerpo empapado se sentía el doble de pesado. «Si dejas que el miedo se apodere de ti, todos los hechizos se te vendrán encima. Olvidarás los principios básicos, no respirarás y morirás.» Con cada paso que el animal daba, la tierra temblaba.

O quizás era su cabeza la que estaba dando vueltas.

Incluso si lo intentaba, lanzar un hechizo no surtiría efecto, su corazón latía tan desbocado que no podía oír con claridad. Un hormigueo tironeó su piel desde la garganta hasta el pecho. Un paso hacia atrás y volvería a caer al agua. ¿Morir ahogada o devorada?

De pronto, el soplido del viento trajo consigo un sonido agudo y certero, abriéndose paso entre el aire, rompiendo el silencio. Una flecha de plumas carmesí salió disparada de entre la corteza, pasando a su lado, estrellándose en el ojo escarlata del animal encantado, mismo que se retorció adolorido, rugiendo entre sus grandes dientes afilados.

Viviana no halló tiempo para agradecer la distracción al vacío; con el corazón latiéndole en la garganta, se lanzó de inmediato a correr en dirección contraria, manteniéndose cerca del río que la había engullido apenas momentos antes, por si venía otra terrenal amenaza, supo de inmediato que preferiría el agua.

Esa flecha la había salvado, aunque había pasado peligrosamente cerca de su lado. ¿Fue un error? No, había dado en el blanco. La imagen del animal retorciéndose y gruñendo mientras arrastraba sus garras por el terreno era una visión que la perseguiría por lo que quedaba de prueba. Si ella hubiera tenido su arco, ¿habría vacilado?

Con la bilis subiéndole a la garganta miró por encima de su hombro y disminuyó la velocidad al verse nuevamente sola. Se apoyó de un árbol, rasgándose las manos en su corteza mientras conseguía devolver todo el aire que se le fue arrebatado por la sorpresa.

Tocó su pecho e intentó calmar sus nervios.

Ahora podía decir con certeza que estaba agradecida que su melliza no estuviera participando.

—Una humana... —La suave y chirriante voz femenina a su costado la hizo girar exaltada. La criatura de mar que se asomaba por los bordes agrietados sonreía encantada—. He presenciado una década de pruebas, no he visto a una humana sobrevivir.

Los seres de mar eran hermosos. Viviana se comparaba con las imágenes de los libros y Ciara no entendía cómo podía encontrar a aquellos seres atractivos, cuando su piel escamosa despedía un brillo nacarado y sus ojos blancos, a falta de irises. Sujetó la empuñadura de su daga con más fuerza.

—¿Tú provocaste el desastre en el río? —preguntó sin apartar la mirada. En cualquier momento la criatura podría saltarle encima.

La ninfa de mar rió y hundió su cuerpo un poco más. Parecía un acto sin propósito, pero a los ojos de Viviana, estaba cogiendo impulso.

—Todo lo que sucede aquí, pasa por un propósito, mortal. —La ninfa deslizó su esbelta y sinuosa mano por el agua, extendiendo los filamentos que se entrelazaban entre sí—. Ayer no era capaz de algo así, hoy es distinto...

El juego en sus palabras le recordó la naturaleza vil de la criatura, las ninfas de mar harían lo que estuviera en su alcance por atraerte. Si no lo lograba con su apariencia, lo haría con un discurso curioso. Algunas eran capaces de contarte eventos de tu pasado, otras inventarían tu futuro, ¿de qué sería capaz esta?

—¿Por qué hoy es diferente? —preguntó, esforzándose por que la genuina curiosidad en sus palabras prevaleciera, al tiempo que intentaba frenar el ritmo acelerado de su respiración.

La promesa entre estrellasWhere stories live. Discover now