CAPITULO|19

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Es hora de tener mi mente en tranquilidad, y si puedo ayudar a alguien lo haré.

19| Hija de Jesús.

NARRA SARA.

Aunque venir aquí me llena de temores y mucha inseguridad, no tengo más opciones. Necesito sanar esas heridas y traumas que mi infancia y adolescencia dejó a medida que fui creciendo. 

Bajé del coche tomando aire libre para alentarme a continuar. Anteriormente, llegar hasta este punto en mi vida, era algo que no cabía en mis fuerzas. 

Incluso todavía es algo que no me creo, tengo tantas inseguridades, a pesar de todo todavía tengo dudas, tengo temores y tengo muchas cosas por las cuales tengo que luchar arduamente con la ayuda de Dios para que puedan cumplirse. 

Hoy sé que Dios tenía algo mucho más grande y las fuerzas para que su propósito en mi, se cumplieran, no serían provenientes de mi, si no de él. 

Las voluntades de Dios son tan perfectas y extraordinarias que una mente humana es incapaz de al menos intentar entenderlas.

Decidí llevar puesto uno de los vestidos de flores que mi madre había hecho exclusivamente para mí. Era extraño, pero también agradablemente familiar. 

Me hacía sentir que tenía algo de ella, de una manera u otra me recordaba en el lugar que estuve y al lugar al que quería llegar. Esa misma felicidad, pero mucho mayor a la que había experimentado. 

En mis muñecas, por encima de las cicatrices, las pulseras de ositos que mi padre me regaló ocupan el espacio libre. Son un recordatorio de lo fácil que alguien puede dejar tu vida y lo difícil que es que alguien nuevo llegue.

Mis compañeros de la universidad.

Mi familia.

Isaac.

Nunca hay desierto sin protección. 

No hay barreras que no pueda derrumbar y no hay nada que pueda hacer que Dios suelte mi mano. 

Y todo lo hizo por mi.

Mi padre no lleva una lista de mis faltas, él ha olvidado mis pecados, y es hora de que perdone y olvide lo que me hicieron a mi. 

Entro al lugar y el olor característico del café se cuela por mi olfato. Avanzo cruzando los brazos sobre mi pecho, observando todo lo que tengo en mi entorno. Siendo tan silenciosamente como siempre lo he sido. 

Es cálido y reconfortante. 

Aunque tengo mi primera cita con la psicóloga Cristiana que me recomendó Katy a las cuatro, decidí llegar unos 15 minutos con antelación. Siempre me gusta llegar temprano a los lugares. 

Es una pequeña costumbre que tengo. 

Mis padres decían que era una forma de demostrar que tenían importancia para ti. 

El caso es qué, cuando llego a las banquetas en la que tengo que esperar, me consigo con una chiquita que me recuerda mucho a mí. Esta tiene el cabello castaño y sus ojos marrones que atravesarían a cualquier persona. 

UN LLAMADO PARA VOLVER A CREER [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora