Enemy [Y.M]

52

—Pequeño. —le limpio las mejillas. —no llores.

Jimin asintió y la abrazo, luego volvió a estar al lado de Yoongi el cual por pedido del fotógrafo lo abrazó y sonrió con este, al regresar a casa Jimin iba viendo a la ventana, pero al escuchar a Yoongi lo vio por un momento.

—¿Te encuentras bien? —le pregunto.

—No es nada. —regreso su vista a la ventana. —no debes preocuparte.

—Jimin. —lo llamó, pero no hubo respuesta.

—Es mi ciclo de celo. —habló luego de un largo silencio. —cuando ya está cerca a veces me pongo sensible, pero descuida al llegar a casa me tomaré un analgésico para mi celo.

—Eso podría hacerte daño. —dijo.

—Entonces pasa mi celo conmigo. —hablo Jimin. —será mucho mejor que pasarlo con dolor.

—Jimin yo no. —guardó silencio.

El omega no dijo nada, al estar en el garaje abrió la puerta y bajó dejando al enigma ahí solo, al llegar a la habitación se encerró en el baño para llorar en silencio, pues no quería que Yoongi lo escuchara. El enigma entró a la habitación y no vio al omega ahí, trago saliva y tocó la puerta del baño, la cual fue abierta por el omega, el cual le sonrió.

—Buenas noches. —le dijo.

La semana pasaba y su distancia era notada al menos por los empleados de la casa, pues ante el ojo público se mostraban felices y enamorados. Jimin miró la invitación para ir al desfile de modas de Dior en París, cuando llegó a la casa preguntó por su esposo y le dijeron que estaba en su estudio trabajando, el omega agradeció y se dirigió ahí para abrir la puerta y ver al enigma, el cual cortó la llamada al verlo.

—Jimin. —lo vio.

—Debemos hablar. —hablo en tono serio.

—Claro. —apagó su celular. —¿Qué ocurre?

—Lo pensé en esta semana y creo que esto no está funcionando. —lo vio. —Así que una vez destruya y me vengue de mi familia, te daré el hijo que acordamos estaremos un año más juntos y luego nos divorciamos. —sus ojos se llenaron de lágrimas. —confundimos mucho y nos desviamos del acuerdo, fingiremos amor como lo hemos hecho hasta el momento y cuando todo acabe me iré. —hizo una reverencia. —En verdad agradezco mucho lo que has hecho por mis abuelos y por mí y estaré en deuda contigo.

—¿De qué hablas? —dijo entre cortado.

—Qué terminamos lo que nunca hubo. —se dirigió a la puerta. —te dejo seguir trabajando.

—Hablamos con calma. —se acercó.

—No hay nada de qué hablar. —se alejó. —estoy cansado de que me beses y me sonrías cuando estás con tu familia o con algún evento, pero fuera de eso me ignoras y no me permitas tocarte y tampoco besarte.