39. Café amargo

14.9K 1.4K 833
                                    

«Combat, I'm ready for combat
I say I don't want that, but what if I do?
»

The archer - Taylor Swift

KALE.

Las canciones de amor que tengo ahora suenan falsas y están repletas de negación, desilusión y confusión.

Puedo volver a escribirlo otra vez, puedo darles un nuevo significado a mis palabras, puedo dar vuelta a la narrativa que yo mismo escribí. O de eso estoy convencido, los rasguños pueden verse como líneas de texto con enseñanzas si los miras de cerca.

Mis elegías al romance suenan tan bien que me hacen emocionarme un poco, si de calamidades he podido sacar poesías falsas, entonces en base a un amor real no necesitaré mucho para crear una obra maestra. Ver cuanto quise a la persona incorrecta, que es probable nunca me haya correspondido solo me hace pensar en lo divertido y reavivante que será amar a la persona correcta bajo mis propias condiciones.

En medio de la madrugada, un suspiro se roba el aliento que me queda. La oda a las flores que crecen en invierno no puede hacerse en este infierno convertido mansión. Estoy cansado de escribir baladas invisibles en hojas en blanco, quiero volver a ver a mi compañera de prosa.

Hay policías fuera, cámaras, Candy está en la casa, mis padres están durmiendo, los guardias patrullando, la seguridad de esquina a esquina con la intención de mantenerme prisionero. Sin embargo, ellos son ingenuos, me subestiman y no cuentan con un detalle bastante importante para el caso:

Ya fingí mi desaparición una vez. Saliendo el hotel más documentado del país.

***

Puedo ser un fantasma si la situación lo amerita. Me hace mucha gracia que no hayan contado con eso, si no fuera bueno escondiéndome no sería bueno escribiendo.

Salí de la mansión a las cuatro de la mañana con una bolsa con diez mil dólares compactados, un teléfono sin simpar y un trozo de budín.

No revelo mis métodos ni hablo de mis grandes habilidades de escape. Tengo contactos, buenos contactos que por dinero te cubren la espalda con lo que sea. Desde enterrar un cadáver hasta transportarte a otra ciudad en un camión de carga y por supuesto que tengo a esa gente cerca, trabajando para mí, en mi casa.

Digamos que salí frente a las miradas de los oficiales exactamente como todos me ven en este sitio: basura.

Antes de que el sol salga, ya estoy fuera de la ciudad, es un viaje de varias horas hasta Vermont. Sé que allí también me van a encontrar, pero no me importa, solo quiero volver a hablar con mi gente, explicarles que está pasando y que va a pasar. Quizá me dé tiempo de arruinar la historia que está pintando mi familia en los medios, solo hace falta que me salga de su control para que empiecen a perder esta guerra.

Ellos deberían estar en casa, han pasado días, tienen una vida a la que volver. Aster tiene que completar sus exámenes, me pregunto si está bien, si los ha hecho, si le fue bien.

No tengo manera de medir cuánto dura el viaje, por seguridad, aún tengo el teléfono apagado y en este sitio apretado y oscuro puede que esté perdiendo la cordura, o recuperándola. Solo regreso a la realidad cuando oigo un golpe fuera que me alerta hemos estacionado.

—Despejado —informa el chofer—. No hay nadie vivo o muerto en varios kilómetros.

—Finalmente —siento que vuelvo a respirar cuando salgo de la bolsa negra en el contenedor de basura—. Gracias, casi muero.

—No hagas eso, por ello cobro el doble. —bromea.

Saco mi dinero y le entrego la mitad a mi contacto, esta vez es mucho menos porque solo tuvo que transportarme. No tiene que guardar el secreto, arriesgar su trabajo o ser cómplice de un crimen.

No apto para artistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora